domingo, 21 de junio de 2015
In The Spotlight
No tiene In The Spotlight (1960) esa belleza animal del tercer, anterior e impresionante elepé de Bo Diddley, Have Guitar, Will Travel, pero tiene doce canciones como doce soles del maestro que hacen que la media hora escasa del álbum resplandezca sin que sombra alguna arruine su discurrir. Rhythm and blues, rock and roll, blues, doo-wop, calipso, zydeco o cajun pasan por la batidora rítmica de Diddley, quien, a pesar de la extraordinaria simplicidad de su música —ésa que no está al alcance de casi nadie—, se encarga de que cada composición tenga su personalidad y todas ellas su sello. Su guitarra y su voz se apoyan en el glorioso piano de Otis Spann, el contrabajo de Willie Dixon, la batería de Clifton James y las golosas maracas de Jerome Green, músicos que enriquecen las estructuras de Ellas McDaniel, poniendo carne jugosa y aromática a los recios esqueletos. Abría así In The Spotlight la década de los sesenta para Bo Diddley, encontrándole en una forma que mantendrá durante bastantes años mientras sus acordes y cadencias se colaban en algunos de los más ilustres nombres de la historia del rock: los miembros vivos de los Animals, los Who, la Velvet, los Yardbirds o los Stooges siguen reconociéndose hoy si echan la vista atrás y escuchan la docena de gemas que Diddley canta para todos nosotros como si el tiempo se hubiera congelado. Absolutamente grande.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"(...)a pesar de la extraordinaria simplicidad de su música —ésa que no está al alcance de casi nadie—, se encarga de que cada composición tenga su personalidad y todas ellas su sello."
ResponderEliminarEfectivamente, al alcance de muy pocos esta eso (Ramones, Berry,...). Fantástica reivindicación, Gonzalo.
Abrazo.
el 90% de los grupos de garage américanole deben el 50% de sus royalties a este hombre
ResponderEliminarGracias, Agente. Bo Diddley es un maestro sin igual, estamos muy de acuerdo.
ResponderEliminarEl 50% como mínimo, Bernardo.
Un abrazo.
Mira que fui fan de Diddley y es la primera vez que oigo hablar de este disco. Señal de que no lo fui tanto. Me interesa, gracias.
ResponderEliminarBuenísimo, Johnny, no lo dejes pasar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un pilar fundamental dentro de la música popular, su concepto del ritmo ha creado una escuela reconocible de inmediato. Es el puente perfecto entre el blues y el rock; con cinco primeros discos imprescindibles. Tras los sesenta, como tanto otros, se quedó en el camino y no adapto su adictivo estilo a las exigencias del público. Si sabes poner un acorde, ya puedes empezar a tocar algún tema del tío Bob...grandísimo artista. Saludos
ResponderEliminarAsí es, Antonio, nunca te fallarán los cincos primeros discos de Bo Diddley. Su influencia es inmensa: ni los Sonics ni AC/DC hubiesen sonado igual de no haber existido el gran Bo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta Diddley y me pasa como a Johnny, no conozco este disco, me lo busco a la carrera, ademas genial guitarrista.
ResponderEliminarAbrazo.
Te esperan horas de placer intenso, Addison.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maestro absoluto, aunque no dispongo de este artefacto sonoro.
ResponderEliminarAbrazos.
No se porqué pero hablando de Bo Diddley siempre pienso en la famosa teoría del "eterno retorno", como si todo empezara y culminara con él. El origen y el final que siguen (y seguirán) entrelazados por una misma idea de continuidad. Escuchas sus canciones y suenan igual de emocionantes hace 30, 40 años y ahora mismo. El tiempo no pasa por ellas porque se hicieron desde el principio con el mismo sonido del tiempo, único y siempre repetible, como el flujo sanguíneo.
ResponderEliminarAbrazos master,
JdG
A ver si lo podemos solucionar, Savoy.
ResponderEliminarLa emoción no ha cedido un ápice, Javier, eso está claro. El tiempo incrustado en las canciones de Diddley y Nietzsche… es posible, lo que sí sé es que el rock and roll sin el maestro Bo hubiera sido diferente.
Abrazos.