no hay solución ni respuesta.
Hay simplemente miedo, hastío,
incapacidad y extrañamiento.
Pasan los años, se acumula el dolor
sin repararlo ni comprenderlo;
aceptándolo como realidad ineluctable
que llega y se marcha, que se marcha y llega.
Lo que ayer era, hoy ya no es;
lo que hoy es, podrá dejar de ser.
Lo relativo deviene absoluto,
no esperes más explicaciones.
Haces balance:
no hay heroicidadades o cobardías.
Es el susurro de las hojas,
es la humillación más grande.
A veces el susurro de las hojas encierra una gran belleza, sobre todo cuando bailan en la calle al compás de un viento frío y nuevo.
ResponderEliminarAbrazos camarada.
JdG
Claro que lo encierra, Javier, aunque también las hojas acaben destruyéndose.
ResponderEliminarUn abrazo.