jueves, 23 de junio de 2016
The Tokyo Blues
Ideado y elaborado tras una gira por Japón, The Tokyo Blues es el recuerdo del país del sol naciente convertido en jazz por el quinteto de Horace Silver en julio de 1962. Poco hay en realidad de aquel lugar en el disco si quitamos su título, el de tres de sus cortes y su portada, pues musicalmente estamos ante el siempre elegante hard bop de quien fuera pianista de los Jazz Messengers. Tiene The Tokio Blues el clásico sabor de las grabaciones de la época para Blue Note cocinadas en el estudio de Rudy Van Gelder —Takin' Off (Herbie Hancock), Go (Dexter Gordon) o Hub-Tones (Freddie Hubbard) son algunas de las llevadas a cabo ese mismo año—: el de las cosas hechas con esmero y profesionalidad en las que cada nota, cada acorde o cada ritmo son mimados y tocados con una sensibilidad exquisita. Too Much Sake, Sayonara Blues y The Tokyo Blues son las tres composiciones de Silver que, ocupando dos tercios del elepé, lo vertebran al portar en ellas todas las características hasta ahora mencionadas y tan afines a lo que en general se espera del arte de Silver. Deliciosas y atractivas, las melodías del autor de Song For My Father son la base sobre la que, de manera cálida y fragante, van a improvisar el propio pianista, Junior Cook (saxo tenor) y Blue Mitchell (trompeta). De los estupendos solos que nos regalan, quizá el mejor sea el que, extenso e inspirado por igual, Horace Silver toca en Sayonara Blues, si bien los hay de Mitchell y Cook de similar enjundia. Cherry Blossom es una versión de Ronnell Bright en la que Silver extrae ternura de su teclado, delicados sonidos que armonicen con la belleza del cerezo en flor que nombra el tema. Escrita asimismo por Silver, Ah! So completa el elepé estableciendo su dinámico discurso entre el bebop y el hard bop. Citemos para acabar las nerviosas y hábiles baquetas de Joe Harris —baterista del que no conozco otro trabajo— y el contrabajo de Gene Taylor, base rítmica que sabe estar a la altura de sus partenaires en The Tokyo Blues, uno de los estupendos discos (ocho si no ando errado) que Horace Silver grabará con su quinteto en los años sesenta.
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Más que merecida referencia al estudio del gran Rudy Van Gelder, figura imprescindible de la historia (y el negocio) del jazz, y a las excelentes grabaciones que coincidieron en el mismo año en que ve la luz este trabajo de Horace Silver, pianista cuya obra en solitario todavía no tiene en mi colección el reconocimiento adecuado.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Historia y negocio del jazz, haces bien en recordarlo, Javier. Rudy Van Gelder es realmente grande, aquí el adjetivo es realmente justo. Pues no te olvides de Silver, amigo, hazte con éste u otro de sus discos para catarlo como se merece.
ResponderEliminarAbrazos.