lunes, 24 de octubre de 2016
Saxophone Supremacy
El cool, el modal, el hard bop… El free jazz (y el Free Jazz) llamando a la puerta… Miles Davis, Dave Brubeck, Charles Mingus, Horace Silver, Ornette Coleman… Estamos en el año 1959 y el mundo del jazz se encuentra en tal estado de creatividad y continua evolución que incluso hoy resulta difícil de asimilar y no caer rendido a la emoción que potencia los placeres pero hay que moderar para que el análisis no sea un mero escrito laudatorio. Sesiones de estudio antológicas, conciertos extraordinarios, improvisaciones y estructuras que sorprenden y maravillan. Ideas, ideas, ideas y un arte en su esplendor histórico.
Entre tanta belleza, renovación y catarsis, nos trasladamos a Los Ángeles —California— los días 21 y 23 de diciembre, justo cuando empieza el invierno. Pongamos la lupa sobre la ciudad y el tiempo bendecidos literariamente por el maestro James Ellroy: ¿a quién encontramos grabando un disco excelente aquellas fechas navideñas, un disco que parece clásico cuando la década anterior era la vanguardia en su máxima expresión? Pues, sí, al sosias, que no émulo, de Charlie Parker, a Sonny Stitt, junto con un cuarteto la mar de solvente. Stitt no ha abandonado el bebop y protagoniza —ayuntando con su saxo alto— este Saxophone Supremacy, al igual que el otro Sonny —Rollins— había liderado tres años atrás el Saxophone Colossus.
Como decía Benny Green en las notas para el elepé, no es justo ni necesario cebarse en la influencia de Parker sobre Stitt. Los ecos de Parker se escuchan en todos y cada uno de los saxofones (y otros instrumentos) que después de él han tocado jazz; que los encontremos en Stitt no minimizan ni relativizan su categoría, pues las notas que sopla por su boquilla no dejan lugar a duda de la clase y la personalidad de su sonido. El autor de Personal Appearance no convive con la avalancha estética que se radicalizará en los sesenta. Stitt persevera en la modernidad —tan discutible y mitificada como otra cualquiera— surgida en los cuarenta del siglo pasado, década en la que desarrolla y expande su arte y asienta un credo concreto por muy lato y libre que a la sazón pudiera parecer. Los ocho temas del plástico (excepción hecha de los magníficos siete minutos largos de Lazy Bones) se mueven entre los tres y cuatro minutos, cerca de los dos o tres canónicos de las grabaciones fundacionales del bebop debido al reducido espacio que dejaban los singles de 78 rpm. Seis versiones y dos cortes escritos por el saxofonista conforman un álbum caracterizado por la coherencia y el buen gusto alimentados por Sonny Stitt, Lou Levy (piano), Leroy Vinnegar (contrabajo) y Mel Lewis (batería). No es, ni busca ser, Kind Of Blue o The Shape Of Jazz To Come, pero Saxophone Supremacy —por muy olvidado que esté o se deba rendir ante fuerzas de la naturaleza como Davis o Coleman— es un trabajo intachable de uno de los mejores saxofonistas de todos los tiempos, hecho que dará que pensar sobre si son las virtudes musicales o la inercia crítica lo que hace a un lado elepés sobresalientes de maestros ajenos a las modas o a la más rabiosa actualidad. Escuchando por tercera o cuarta vez los solos yuxtapuestos de Stitt y Levy en Two Bad Day Blues y Blue Smile (las dos composiciones de Stitt) —construidos sobre esa frenética y exacta base rítmica a la que dan vida Vinnegar y Lewis—, parece evidente que es la segunda opción, la de la pereza del escriba, la única que puede responder a la cuestión.
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Bueno, aquí hay muchas cosas juntas, un batiburrillo de ideas, imágenes y palabras que intentan que el lector cabalgue hacia espacios, ¡ay!, poco transitadas actualmente. "Emoción que potencia los placeres..." (se entiende emoción alejada de lo actualmente instantáneo); ..."la lupa sobre la ciudad y el tiempo bendecidos literariamente por el maestro James Ellroy" (que gran película "LA Confidential"...); la dicotomía entre la percepción en dos décadas siguientes y tan distintas, una que reclama lo vanguardista por la novedad, otra posterior que asume el paso de los años como merecimiento del status "clásico". ¿Para quienes esta nueva acepción? No parece que fuera para la crítica, que hace de este "Saxophone Supremacy" (el título ya tiene delito, y la imagen..., mejor no hablar)una obra algo menor al compararla con otras de la misma época y de referencia obligada. Más bien parece observación para esas almas gemelas al autor, aquellos aficionados que extienden la luz de las horas nocturnas y encuentran en el jazz la madre de todas las músicas.
ResponderEliminarGracias por ello y abrazos,
JdG
En esas horas nocturnas surgen reflexiones a veces brillantes, a veces arriesgadas, a veces peregrinas, pero siempre diferentes. La verdad es que lo tenía difícil Stitt visto lo que le rodeaba, pero supo mantenerse en su sitio, Javier.
ResponderEliminarAbrazos.