Lloran
las estrellas
que ha colocado
el Ayuntamiento de Salamanca
para felicitar la Navidad
a nativos y foráneos.
Son estrellas fugaces
que sin quererlo
llevan en sí
toda la contradicción
de estas fechas
en las que tristeza y alegría
parecen fundirse
para poner en escena
la tragicomedia de la vida
hecha hipérbole.
Buenas intenciones
y amistad sincera
manchadas de necedad
de estulticia
que solo la sonrisa de los niños
puede compensar
o justificar
sin que el ridículo
se imponga inexorablemente.
Suena un villancico…
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