Tras un breve periodo de tres años en Mercury, Chuck Berry retorna a Chess Records en 1970 con un single cuyas dos piezas abrirán meses después el álbum Back Home, título que celebra sin ambages la vuelta a su sello de toda la vida. Tulane aglutina rock and roll y rhythm and blues en una buena composición, mientras que Have Mercy se cuece al fuego lento del blues que tan bien cocina Berry. Si su voz y su guitarra, el piano de Lafayette Leake y el bajo de Phil Upchurch cumplen con la clase que se les supone, el protagonismo se lo lleva la armónica de Bob Baldon, mérito enorme al ser cotejada inevitablemente con los tres maestros que rodean a su propietario. Dos brillantes canciones del hombre clave en la gestación de la música del diablo, aunque su labor esencial ya estuviera hecha a la sazón.
Han abierto muy cerca de casa una maravillosa tienda de guitarras donde, en su vitrina de exposición, aparecen Fenders, Gretchs, Ibanez, la Resonator de Knopfler en el "Brothers in Arms" de Dire Straits, una pasada. Coincidí con el encargado cuando salía a la calle y, en plan puta, le pregunté si tenían alguna guita parecida a la de Chuck Berry. Me contestó sin pestañear que su Gibson 1964 roja la copiaban en China, Corea o Japón y que no tenían ningún ejemplar en ese momento.
ResponderEliminarNo es que sea un tarra, ¿vale?..., pero las guitarras ya no suenan como lo hacían las de Chuck Berry.
Abrazos,
¿Te vas a animar a tocar la guitarra, querido Javier? El sonido de la guitarra de Chuck Berry es único, cierto, una absoluta delicia.
ResponderEliminarAbrazos.