Si el primer disco con Warner encuentra a un Herbie Hancock renovado y centrado en el funk, el segundo le halla, inaugurando el periodo Mwandishi, volcado en la experiencia Davis que en 1969 ha echado a rodar In A Silent Way. Mientras que el salto dado por Hancock en Fat Albert Rotunda es grande, el que plantea y ejecuta con su sexteto a principios de 1971 en la otra esquina del país (de Nueva Jersey a California, como si el salto artístico y el físico fueran de la mano) al grabar Mwandishi es enorme. Siguiendo el camino abierto por Miles Davis —rupturismo abstracto y eléctrico que navega herético y sin complejos entre Jimi Hendrix y Stockhausen, entre James Brown y Pierre Schaeffer—, el autor de Maiden Voyage registra un elepé de tres piezas y tres cuartos de hora que indican un volantazo radical que Crossings y Sextant, sin retomar vías más cómodas, ampliarán los dos años siguientes.
Ostinato (Suite For Angela) hace honor a su nombre mediante la figura repetida in aeternum (lo que aquí vienen a ser los trece minutos del tema) por el bajo de Buster Williams. Su vamp a lo Michael Henderson sostiene, en compañía de las baterías de Billy Hart y Ndugu Chancler y la percusión de éste y de Chepito Areas, las improvisaciones sobre la fantasiosa melodía de Hancock. La trompeta de Eddie Henderson, el piano eléctrico de Hancock y el clarinete bajo de Bennie Maupin efectúan solos esplendorosos llenos de luz y colorido en un corte dedicado a Angela Davis y en el que también escuchamos el trombón de Julian Priester y —en un espacio musical inesperado— la guitarra rítmica de Ronnie Montrose.
Ndugu, Chepito y Montrose, invitados de lujo, abandonan el plástico y al sexteto en la preciosa You'll Know When You Get There, donde todos los intérpretes son culpables de la atmósfera lograda pero Henderson y Maupin (que cambia el clarinete por la flauta y el pícolo) destacan especialmente. Lo que sin duda habría podido funcionar como banda sonora de alguna película de la época da paso a la extensísima y final Wandering Spirit Song. Psicodelia, atonalidad y jazz se suman y complementan al desarrollar la lujuria vanguardista de los veintiún minutos largos y absolutamente embriagadores que cierran Mwandishi escarbando y escarbando con delicadeza y extremismo al mismo tiempo para alejarse de las convenciones. Aquéllas que este disco sobresaliente ahuyenta gracias a seis músicos (nueve al principio) que toman nombres suajilis para honrar a sus ancestros africanos.
No cabe duda que Hancock es uno de los más grandes teclistas del jazz contemporáneo. Por lo que comentas, esta obra enlaza con su época Davis y la hace quizás más apetecible para todos aquellos que, como el que suscribe, tieneden a caer rendidos ante el estilo y la influencia de tan genial y multifacético trompetista.
ResponderEliminarValor doble entonces para un "Mwandishi! que ya intentaré incorporar a mi colección.
Abrazos,
Como nos conocemos, Javier, estoy totalmente seguro que "Mwandishi" te va a gustar mucho. Muy de acuerdo con lo que dices de Hancock: su obra en solitario, su participación en discos de tanta gente, su apertura de miras… No se puede resumir su grandeza en cuatro palabras, seguiremos analizando sus álbumes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hancock en el jazz, es un tecladista que no creo que aventure que lo ha renovado. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHa renovado y ha arriesgado, escucha "Takin' Off", "Crossings" y "Future Shocks", por ejemplo, de tres décadas consecutivas, y verás todo lo que ha evolucionado. Es un músico fundamental, y no solo del jazz.
ResponderEliminarUn abrazo, Carlos.
Un artista a revisar, sin dudas Herbie. Creo que mi inicio musical fue escuchando su "Rockit" en mi infancia. Saludos.
ResponderEliminarHas puesto un ejemplo perfecto, JLO. Hancock era capaz de irse al techno funk de "Rockit", en concreto, y "Future Shock", en general, y haber grabado el año anterior un doble elepé tan clásico como "Quartet". Su obra es casi inabarcable.
ResponderEliminarUn abrazo.