El tercer disco de Johnny Winter, segundo para Columbia, encuentra al albino viajando del blues al rock, viaje en el que profundizará hasta que en la segunda mitad de los años setenta su crucial encuentro con Muddy Waters le lleve de vuelta y sin hibridación posible al primero de los géneros mediante elepés eternos como Hard Again, I'm Ready (a nombre de Waters) y Nothin' But The Blues (a su nombre).
Pero retornemos a finales de la década anterior y Second Winter, álbum de 1969 y tres caras (ni doble ni sencillo) que se encuentra entre lo mejor grabado por Winter en su carrera y que musicalmente es realmente ambicioso. La primera de las caras está formada por tres cortes de querencia blues, más cercanas al rock ácido de vínculos hendrixianos la versión del Memory Pain de Percy Mayfield y la composición de Dennis Collins (quien aquí sustituye al bajo a Tommy Shannon) The Good Love, temas ambos que sirven para gozar infinito de las seis cuerdas del autor de Still Alive And Well. Original de Winter y situado entre los dos, I'm Not Sure destaca por ser menos dura y por el clavecín de su hermano Edgar, cuyo solo se yuxtapone al del guitarrista en feliz contraste.
La segunda parte es un festín de rock and roll y lecturas de piezas ajenas que culmina la espectacular adaptación al lenguaje Winter del Highway 61 Revisited de Bob Dylan. Si bien toda la banda suena como un cañón, los punteos de nuestro hombre son los que gobiernan; tensos, feroces, abrasivos, extraordinarios se extienden durante cinco minutos que si alguien afirma que superan a los tres y medio dylanianos de cuatro años atrás no encontrará réplica de mi parte. Antes, dos clásicos de Little Richard (Slippin' And Slidin´y Miss Ann) y el inmortal Johnny B. Goode de Chuck Berry en los que Edgar saca a pasear piano, saxo y órgano y Johnny sigue deleitándonos con su poderío.
Los cuatro temas de la tercera porción están escritos por Winter. I Love Everybody va en la línea blues rock de Memory Pain y The Good Love. Hustled Down In Texas acelera la función y la llena de delicioso swing eléctrico. No solo por su título, I Hate Everybody ejerce de antónimo del primer tema mencionado en este párrafo al ejecutar una pieza de soul jazz adornada por el órgano y el saxo de Edgar que demuestra que Johnny incursionaba terrenos diferentes con clase y habilidad. Fast Little Rider culmina Second Winter con siete minutos de desfase guitarrero y psicodélico que la coda noise corrobora. La cara cuarta quedaba sin prensar —detalle anecdótico del que no opino—, pero las once canciones que las otras tres recogen son un tesoro artístico que da con el Johnny Winter más inspirado.
Es legendario, el albino. Antes del festival de de Woodstock, ya conmocionaba el mundo. Lo recuerdo, leyendo la revista Life, de su gloria, aunque apenas empenzaba a entender de blues y de rock. LO único que sé, es que me impresionaba su digitación de guitarra en el blues, luego en el rock. Quizás de ahí, nació el enacnto por un blues, emparentado con el jazz. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarSi no me equivoco, Carlos, su actuación en Woodstock es de días después de terminar de grabar este disco, Winter en lo más alto. Su digitación es tremenda, sí, normal que te impresionara.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tengo especial cariño por el albino John Dawson Winter III, un guitarrista extraordinario y un tipo que dio a conocer (entre ellos, a mi) el mejor y más auténtico mojo del buen blues interpretado fuera de las luminarias negras de aquellos años 60 y 70.
ResponderEliminarTuve la oportunidad dd despedirme (?) de él en un bolo en la antigua Sala Arena, hará unos diez años. Ya estaba bastante jodido. Recuerdo a la peña gritando "Jhonny, Johnny, Johnny", al finalizar su corta actuación. Presentíamos que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Un grande.
Abrazos,
Cariño compartido, Javier. Dicen que sus últimos conciertos fueron regulares (por no decir malos), pero nada puede oscurecer su grandeza.
ResponderEliminarUn abrazo.