jueves, 27 de febrero de 2025

Little Village

Que la maestría de Bring The Family iba a ser rémora o lastre para Little Village y su único y homónimo álbum de 1992 se sabía antes de que el supergrupo formado por John Hiatt, Ry Cooder, Jim Keltner y Nick Lowe (es decir, el mismo que interpretara cinco años antes el mítico elepé del primero) entrara a grabarlo. Prejuicios y cotejos extemporáneos impidieron apreciar en su justa medida un trabajo, sí, inferior al de Hiatt pero en absoluto carente de virtudes.

Si entonces todas las composiciones eran suyas y en todas cantaba, en Little Village son de los cuatro y el autor de Stolen Moments asume las tareas vocales en solitario en seis de las once, las comparte en dos con Cooder y Lowe y deja que el primero las asuma en una y el segundo en dos. Las tres piezas que abren el plástico —Solar Sex Panel, The Action e Inside Job— y su funk rock maleable tienen mucho de Cooder, y su guitarra y la de Hiatt devienen determinantes sobre ese colchón rítmico lleno de color que establecen Lowe y Keltner. Big Love y sus seis minutos y medio se erigen en la balada y el tema más largo del álbum al mismo tiempo, puro exudado sentimental made in Hiatt. Take Another Look culmina la primera cara con un trozo de funk pop sazonado de calipso que canta Nick Lowe y es, la verdad, bastante flojo.

La cumbia y el pop se entrelazan Do You Want My Job, globalización, capitalismo y explotación laboral frente a la nostalgia de tiempos mejores en una canción eminentemente triste. Don't Go Away Mad introduce escarceos ska en el estribillo si bien el funk dúctil del grupo domina las estrofas y la parte instrumental. Vuelve a ponerse Lowe delante del micrófono en Fool Who Knows, agradable y melancólico corte al que sigue el más roquero She Runs Hot. La segunda balada que encontramos está teñida del dolor contenido que anuncia su título, Don't Think About Her When You're Trying To Drive, dolor que palía Don't Bug Me When I'm Working, negación imperativa muy diferente también en lo musical a su antecesora en la que el vocablo funk vuelve a asomar y Little Village concluye un periplo cuyo rendimiento es menor en su segunda mitad pero que, en conjunto, merece la pena. Sin entrar en comparaciones.



lunes, 24 de febrero de 2025

Nico

Que sea una versión de The Pusher —con la voz de Shannon Hoon llamando desde la tumba y ocupando casi todo el espacio con su presencia inconfundible y dominadora— la que abre Nico (1996), recuerdo del cantante de Blind Melon, hace que el dolor por su muerte de sobredosis en 1995 no pueda soslayarse ni un solo minuto. Regalo de Hoyt Axton a Steppenwolf incluido en el debut del grupo, la canción maldice a los camellos (o a un tipo de camellos frente a otro) y es llevada al terreno sonoro de los autores de Soup cual premonición desgarradora de lo que pasará al año siguiente.

Miniatura grabada en 1993, Hell es una pieza de potente folk blues/rock liderada por la armónica prominente de Danny Clinch. De 1994 y las sesiones del álbum al que dará nombre sin aparecer en él (difícil adivinar el motivo de su ausencia en el segundo trabajo de Blind Melon) nos llega la preciosa y emotiva Soup. Lectura radicalmente alejada de la original, mucho más suave y pegadiza, ésta de No Rain y 1993 era tocada en vivo como introducción al famoso single en los conciertos de la banda, o así lo establece el libreto que acompaña al CD. Soul One y su folk triste pero colorido nos retrotrae a los inicios de Blind Melon, maqueta de 1991 que informa una vez más de la influencia que Jane's Addiction tuvo sobre el quinteto. Un salto de cuatro años nos ayuda a escuchar la segunda versión de este homenaje recopilatorio, en concreto una del John Sinclair lennoniano convertido al funk rock de manera muy original. Registrada al mismo tiempo que The Pusher, All That I Need es un corte lleno de dramatismo ejecutado en solitario por Hoon (voz y guitarra) que choca con Glitch, corte de 1993 dominado por la percusión y que da con un registro muy diferente del grupo al añadir asimismo la flauta y el (los) mellotron. Su brevedad no nos impide disfrutar de Life Ain't So Shitty, de nuevo Shannon Hoon solo y cantando acompañado de la acústica en 1994 y dándonos una pena tremenda en su intento de optimismo. Swallowed y Pull son dos descartes más de Soup, registrados en el 94 y el 95 respectivamente, temas ambos notables y con el sello de sus creadores. Grabada en diferentes hoteles durante la gira de 1994 —también esto especificado en el libreto—, St. Andrews Hall se beneficia emocionalmente de una coda protagonizada, melódica y tímbricamente, por el chelo de Miles Tackett, que nos hace pensar en el cantante muerto con veintiocho años —su hija Nico, la que da nombre al conjunto, de solo tres meses— y los ríos de tristeza que el acontecimiento derramó.

Podría haber acabado así esta despedida a Shannon Hoon y a una de las bandas de mayor talento surgidas en el rock americano de los años noventa. Pero lo hace con el contestador del guitarrista Christopher Thorn dejando constancia de una llamada del primero desde su casa de Lafayette interpretando con su guitarra Letters From A Porcupine. Lo que musicalmente no pasaría de una anécdota de pésimo sonido, se convierte aquí en adiós ineluctable e imagino que fuente de dolor para familiares, amigos y compañeros de Blind Melon. Menguado el dolor por el paso del tiempo, nos queda una discografía exigua aunque ejemplar que Nico remataba con los restos del naufragio de forma muy digna.



jueves, 20 de febrero de 2025

Gift

Caídos a día de hoy en el olvido, los alemanes Gift grabaron dos discos en los años setenta y fueron fagocitados por el pozo de la indiferencia o de la negación. La banda se había formado en 1969 con el nombre de Phallus Dei, el álbum con el que Amon Düül se había dado a conocer ese mismo año, si bien había cambiado de denominación cuando publica su debut homónimo en 1972, un Gift que no sería correcto incluir dentro de la etiqueta kraut por muy amplia que ésta se quiera. Lo que hallamos en los ocho cortes de este muy brillante elepé hay que situarlo en el campo del hard progresivo y psicodélico, mucho más cerca de Black Sabbath, Deep Purple o la primera formación de UFO que de Can o Faust, por ejemplo, en una serie de canciones ejecutada con enorme calidad y en la que hallamos una buena cantidad de matices.

Canciones es la palabra. Si en el krautrock tiene un peso superior a las composiciones el concepto sonoro y/o la improvisación, como en el jazz, en el caso de Gift su faceta experimental y vanguardista, que la posee y no la desdeña, no se enfrenta con las melodías y armonías escritas en aras de dar una estructura concreta y reconocible a los temas. Son éstos de los que se quedan pegados al oído del oyente, adictivos, relucientes y reconocibles. Drugs abre el trabajo con un medio tiempo metálico que a mitad de camino pisa el acelerador y deja que las guitarras de Rainer Baur y Nick Woodland se luzcan en su doble juego solista. You'll Never Be Accepted es una maravilla cargada de épica, cerca de siete minutos en los que hallamos diversos pasajes y un esplendor instrumental en el que destaca Hermann Lange por su soberbia batería y por el fragmente encabezado por su percusión que acelera la canción hasta que recupera su motivo principal. Groupie se acerca al folk rock con su guitarra acústica y su flauta a nadie acreditada, ecos medievales con los que tantos hacen el ridículo pero que aquí funcionan bien. La primera cara la completa Time Machine, una buena pieza de rock sin mayores pretensiones que cuando se endurece utiliza un riff que se aprovecha de las enseñanzas de los Kinks.

Game Of Skill se encarga, metálica y progresiva, de iniciar la segunda parte, siendo las baquetas de Lange, en mi opinión, lo más prominente en su desarrollo. El progresivo instrumental se apropia de Don't Hurry, y digo instrumental porque en esta joya cuyos ecos llegan a bandas de este siglo como Melange la voz de Helmut Treichel es pura onomatopeya. La apetitosa ración de hard rock que nos propone Your Life nos desliza hacia el final de la función con otra exhibición de Lange y un bajo de Uwe Patzke que se deja notar especialmente. Bad Vibrations, o el último tema, se inclina igualmente por el rock duro, goza de un solo de guitarra breve pero muy sugerente e incorpora una campana que, digamos, podría haberse ausentado. Pocos, muy pocos, se acuerdan de Gift; sin embargo, quienes decidan escuchar este Gift que hemos descrito —con su características específicas— no creo que se sientan defraudados.


 

lunes, 17 de febrero de 2025

Mordicai Jones

La maravillosa y evocadora Walkin' In The Arizona Sun descorcha en clave folk Mordicai Jones (1972), el segundo de los tres elepés registrados en 1971 en la granja de Maryland del gran Link Wray. Acreditado a la persona que da nombre al disco (seudónimo de Bobby Howard, encargado de voz, piano, mandolina y armónica), nadie en su sano juicio duda de que éste sea un álbum del autor de Rumble aunque ceda el protagonismo en las portada y las labores vocales, pues su aroma rural es similar al de Link Wray y Beans And Fatback. Scorpio Woman mantiene el tono folk aunque con cierto groove funk y psicodélico que debe bastante al bajo de Norman Sue, por un lado, y a los punteos finales de Wray, por otro. El extenso blues The Coca Cola Sign Blinds My Eyes mueve al trabajo a nuevos terrenos, con un Wray espectacular a la steel guitar (o dobro). All I Want To Say retoma el sonido foll rock en una canción de carácter muy melódico. Folk y blues se funden —secos y telúricos— en All Because A Woman, marcada por uno coros a lo Simpathy For The Devil. Honky tonk, bluegrass, góspel y rock suman en On The Run, tema de extenso y gozoso pasaje instrumental donde guitarra, teclas y armónica nos deleitan especialmente. Son Of A Simple Man es una balada liderada por el piano mientras que Precious Jewell, una incursión en el country/bluegrass mediante la única versión del plástico (Roy Acuff) y su corte más breve. Days Before Custer añade psicodelia gracias a la guitarra ácida y distorsionada de Link Wray y contrasta con la dulzura folk rock de Gandy Dancer, el final de un disco muy notable aun siendo algo inferior a los ya nombrados que completan la trilogía campestre del maestro de las seis cuerdas. Por mucho que en su cubierta leamos Mordicai Jones.

jueves, 13 de febrero de 2025

Ride Hard Ride Free

Aunque solo sean dos canciones, las que contiene este single de 2023 demuestran que Zeke no ha bajado el pie del acelerador, rebajado la distorsión o aburguesado su música tras treinta años noqueando parroquias de medio mundo con un directo demoledor y dejando unos discos en los que hardcore, punk y —a partir del inconmensurable Death Alley en los albores del siglo— heavy metal se aliaban en piezas cortas dispuestas para aplastar a su receptor. Palabras como mesura, lentitud o relajación no existen en el universo de los autores de Dirty Sanchez, solo salvajismo rocker que no hace prisioneros, desata su furia sin pensar en las consecuencias y, eso sí, es ejecutado con precisión milimétrica que da vida a composiciones siempre magníficas y siempre con su sello marcado a fuego (infernal). Así, Ride Hard Ride Free y Smokestack Lightnin' (original de los de Seattle, no versión de Howlin' Wolf, como sería lógico imaginar) son cortes continuistas pero soberbios, dos ejemplos del estilo Zeke, cuyas influencias o lugares comunes (de Black Flag, Poison Idea o Dwarves a Kiss, Motörhead o Iron Maiden) no son suficientes para describir su universo estético. Por fortuna, el grupo estadounidense tiene una personalidad unánimemente reconocida hecha de violencia sonora, pocos acordes pero utilizados con el máximo acierto e historias macarras y sórdidas que no sabe de mediocridad o medias tintas. O estás con Zeke o estás contra ellos; si eliges la segunda opción, aléjate de mí, que Ride Hard Ride Free vuelve a conducirme al fin del mundo a todo trapo en mi estéreo.



lunes, 10 de febrero de 2025

Everybody, If I Could Fly

Grupo teutón del que nacería Lucifer's Friend, Asterix publicó un solo elepé homónimo y un par de singles, el primero de ellos éste de 1970 que hoy comentamos. De orientación más comercial que la del álbum en general (hard de tintes progresivos muy de la época), Everybody es una canción pensada para sacar una sonrisa al personal que bascula entre el rock duro, el mod, el soul y el pop (o, por sintetizar, entre el rock y el northern soul) y cuyo estribillo busca enardecer al oyente… o a todo el mundo, como canta un George Monroe que sería sustituido por John Lawton en el disco largo, pues efímero sería el paso de Monroe por la banda. Encabezada por un riff resultón de Peter Hesslein, If I Could Fly también goza de un estribillo de intenciones exaltadoras, sus maneras no se alejan mucho de las de su compañera de viaje aunque sean menos veloces y destacan por encima del resto, en mi opinión, la batería de Joachim Rietenbach y sus espectaculares redobles y requiebros. Pinchen ambos temas en algún acontecimiento roquero y verán cómo reciben una buena respuesta. (Y no se me queden ojipláticos con la portada de la edición española del sencillo, país el nuestro donde, por cierto, no vio la luz Asterix pero sí la galleta glosada. Cosas veredes…)



jueves, 6 de febrero de 2025

Lookin' For A Hero

Curioso y olvidado —olvidadísimo— single de Elliott Murphy el que hoy traemos a Ragged Glory, entre otras cosas porque no es que Murphy sea muy recordado por sus sencillos. La canción titular de la galleta, Lookin' For A Hero, es una delicia de pop ligeramente psicodélico que desciende sin ambages del cuarto plástico de la Velvet Underground y que cuenta con los coros de Doug Yule para especificar aún más y apuntar a Who Loves The Sun, apertura del magistral Loaded, como influencia principal. La segunda pieza o cara B, Never Old As You, se escora hacia el country rock en un buen tema aunque diferente y algo inferior en mi opinión. Ambos formaban parte asimismo del excelente Night Lights de 1976 como octavo y noveno corte y se encargaban de completar el álbum. No por breve y poco glosado dejen de lado este disco de Murphy, cerca de seis minutos repletos de placer.

lunes, 3 de febrero de 2025

Year Of The Snake

Alabado por Andy Shernoff en la pegatina promocional adherida al plástico que protege el disco (ése que da tanto gusto desprecintar antes de que el vinilo salga de su funda, en este caso blanco y negro, sea colocado sobre el plato y espere a que la aguja caiga sobre él para empezar a reproducir los sonidos prensados en sus surcos), Wyldlife es un grupo de Nueva Jersey que no necesita mayor argumento para acercarse a él que las palabras loadoras del dictador de oro.

Cuarto disco de la banda, segundo para el sello de Little Steven Wicked Cool, Year Of The Snake (2020) informa desde los primeros compases de Death Bed de su condición punk cargada de melodía y juventud. De MC5 y New York Dolls hasta los Boss Martians de sus dos últimos álbumes (The Set-Up y Pressure In The SODO), pasando por Blondie, los Dickies, Green Day o Elvis Costello, se me ocurren cientos de referencias high energy, punk rock, power pop, new wave e incluso bubblegum que ayuden a describir una propuesta ciertamente variada aunque exponga sus referentes de manera obvia. Sean más agresivas (Neon Nightmare, Kiss And Tell o Sacré Bleu) o más pop o beat (Get Well, Tulsa Superstar o Keeping Up With C.T.), las canciones buscan constantemente la inmediatez, una estrofa intensa y un estribillo explosivo que las convierta en himnos escritos para explotar sobre las tablas pero espléndidamente expresados también en el estudio de grabación.

Los cuatro temas que no he mencionado no rebajan en absoluto la talla de Year Of The Snake, son igual de buenos; es más, uno de ellos, The Falcon, que se va hasta los cinco minutos cuando ninguno había llegado a los cuatro, cierra el elepé trayéndome a la cabeza una suerte de fusión de Gluecifer y Hellacopters —líderes de la oleada rocker escandinava nacida a finales del siglo XX— con los Nomads, maestros de dicha oleada, que hace que la propuesta de Wyldlife se me haga aún más nutritiva. Y es que, como dice Andy Shernoff en la pegatina arriba mencionada, "¿Sabéis de lo que nunca me canso?… Guitarras potentes, melodías pegadizas, chupas de cuero y grupos que miran mal a la cámara. ¡Wyldlife la lía parda!". Pues eso… ¡y al máximo volumen!