Publicado en 1975, The Basement Tapes recoge una selección de las cerca de cien canciones que Bob Dylan y The Band graban en el verano de 1967, dieciséis en concreto, más ocho que registra el grupo canadiense ese mismo año y el siguiente. Eso y los retoques o pequeños añadidos hechos a algunos de los temas en el año en que ve la luz el doble elepé de portada burlesca son los datos. La música que escuchamos, con The Band siendo todavía The Hawks y sin haber publicado aún su debut, se aleja del Dylan vanguardista cuya trilogía sagrada acaba de revolucionar el lenguaje rock (en especial Highway 61 Revisited y Blonde On Blonde) mediante largas composiciones y atrevidas misceláneas. Solo cuatro de los cortes superan los cuatro minutos y todos están interpretados desde un punto de vista digamos que más tradicional, comparación que vale asimismo si la hacemos con el Music From Big Pink que será puesto a la venta en 1968.
Ni siquiera a los dos minutos llega la inicial Odds And Ends, rock and roll de nutrientes R&B y honky tonk seguido de un Orange Juice Blues (Blues For Breakfast) que lleva en su título su descripción y que supone la primera pieza de The Band sin Dylan. Fantasía folk dylaniana, la de Million Dollar Bash antecede a Yazoo Street Scandal, poderoso blues rock de The Band. La canción más larga de la función, la única de más de cinco minutos, bascula entre el folk y el rock para dar con la hermosa Goin' To Acapulco de Dylan previa a la no menos bella Katie's Been Gone, que anuncia el fuego lento en que se cocerán las composiciones de The Band, especialmente en sus dos primeros álbumes.
Lo And Behold sigue la senda de Million Dollar Bash —idéntica instrumentación incluida— al iniciar la segunda cara del plástico. Bessie Smith es el único tema de la misma en el que no está Bob Dylan, prominente y feliz el órgano del recientemente desaparecido Garth Hudson. Clothes Line Saga ofrece una especie de folk psicodélico mientras que Apple Suckling Tree es un divertimento lo-fi que pareciera deconstruir el honky tonk o el blues. Folk y blues se suman en Please, Mrs. Henry, paso previo a que la colosal epifanía que es Tears Of Rage y que encabezará Music From Big Pink se presente aquí como (exquisito) borrador de lo que será oro puro en manos de The Band sin Zimmerman.
Antes de ser single de Peter, Paul and Mary, Too Much Of Nothing y su brillante folk rock habían sido registrados por Dylan y The Band. Yea! Heavy And A Bottle Of Bread alarga el camino de folk surrealista de Million Dollar Bash y Lo And Behold. The Band lleva a su terreno la canción tradicional Ain't No More Cane. Conocida por la versión de 1971 del segundo volumen de éxitos de Dylan, Crash On The Leeve (Down On The Flood) convierte al credo de su autor el blues y folk de principios de siglo XX. Ruben Remus es una composición menor de Richard Manuel y Robbie Robertson aunque con el sello característico de The Band. Tiny Montgomery clausura la tercera parte como si Dylan y The Band rescataran una pieza de folk atávico y fantasmagórico aun habiendo sido escrita por el de Duluth.
El refrescante country rock de You Ain't Goin' Nowhere es el primer corte de la cuarta y última cara, que asimismo conocerá nueva lectura en 1971 situada en el Greatest Hits Vol. 2. No abandona el country rock, sí al autor de Desire, Don't Ya Tell Henry, si bien incidiendo más en el rock que en el country en el momento más eléctrico de las cintas del sótano. Partiendo del Blueberry Hill que popularizara Fats Domino, Dylan crea una delicia como Nothing Was Delivered, de la que tomarían buena nota los Byrds para incluirla en su sexto y colosal disco Sweetheart Of The Rodeo. Folk con una pizca de rock, el de Open The Door, Homer cuenta con un estribillo muy pegadizo y tarareable. Aunque compuesto por Dylan, Long Distance Operator en un blues eléctrico de la escuela de Chicago (la buena, no la neoliberal) que interpreta The Band a solas. Y llegamos al grand finale. De la mano de Rick Danko y Bob Dylan, This Wheel's On Fire pone el broche entre el réquiem, el adagio, el bolero y el tango, aun convirtiendo dichas referencias en algo que solo suena a Bob Dylan y The Band sin sonar —ni boutade, ni milagro: talento y pasión— a las veintitrés canciones anteriores. O a The Band a secas cuando el tema sea incluido, al igual que Tears Of Rage, en Music From Big Pink además que en estas glosadas, inolvidables e indispensables The Basement Tapes con cincuenta (o cincuenta y ocho) años a sus espaldas.
Fantástico texto, como era de esperar, Gonzalo. Un disco inmenso y divertidísimo. Para entrar a vivir, vaya. Un fuerte abrazo, amigo!
ResponderEliminarMil gracias, Marce. Una vez dentro ya no puedes salir de las "Basement Tapes".
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.
Masterpiece...
ResponderEliminarAsí es, Carlos. Un abrazo.
ResponderEliminarCuentan las crónicas que Dylan le comentó en su día a Neil Young algo así como: "donde vas con esa banda de mierda", refiriéndose a unos Crazy Horse incomparables con la majestad de The Band. Viene a cuento esta introducción porque siempre he considerado este magnífico álbum más Band (o Hawks) que Dylan, entendiendo que los canadienses saben sacar a las canciones todo el jugo root que poseen. Dylan les confiere la guinda, el relleno superior de la miel, The Band conforman la base del bizcocho, para entendernos gastronómicamente.
ResponderEliminarUn gran disco que, como los grandes vinos (¡y dale!) se degusta pausadamente, sin prisas, sabiendo que es historia.
Abrazo,
Pues estoy bastante de acuerdo contigo en eso de que el disco sea más Band (Hawks) que Dylan. Abrazos.
EliminarQue tiene que ver crazy horse con the band,aquí en basement tapes ,disco que tengo y no me termina de convencer además no hay ni rastro de young aquí,por otra parte neil young con crazy horde a echo grandes discos,y yo prefiero a the band sin Dylan,Dylan para uno de sus fans más recalcitrantes,a mi me gusta Dylan,no me vuelve loco pero me gusta su música a pesar de algunas sandeces que diga,pero no es de mis favoritos,si quiero echarme una gran siesta cualquiera de sus cuatro primeros discos me vale
ResponderEliminarCreo que Dylan dijo algo así, Javier, pero también que eran justo los músicos que necesitaba Young: o sea, que a pesar de sus limitaciones técnicas tenían otros valores perfectos para desarrollar la faceta eléctrica y salvaje del canadiense. Sí, lo que dices es cierto, además un cuarto de los temas los factura The Band sin Dylan. Nos valen tus metáforas gastronómicas, ja ja ja.
ResponderEliminarEl comentario de Javier sobre Young y Crazy Horse es una introducción que no sobra, Santi. Bob Dylan es mi músico rock favorito y me encantan sus primeros discos folk también. Su contribución artística es inconmensurable.
Abrazos.
Me encantan este disco, y me gusta mucho eso que dices de la portada burlesca.
ResponderEliminarPor cierto, realizas un excepcional recorrido por The Basement Tapes en toda su extensión.
Un abrazo.
Muchas gracias, querido Jorge.
ResponderEliminarUn abrazo.
A estudiar .. pedazo de entradon. Siempre me ha gustado el disco aunque no le he dado ni la mitad de cancha que a otros clasicos de Dylan. Despues de leer ... ya me gusta más :-). Gracias Gonzalo.
ResponderEliminarMuchas gracias, J, todo un cumplido.
ResponderEliminarUn abrazo.
El bueno de Robert Allen Zimmerman. Y LA Banda. No sé cómo describir lo que siento por esta gente, pura magia. Raíces y vanguardia. Revolución.
ResponderEliminarEl amigo Bob el otro día se marcó una versión de Rainy Night in Soho. El año pasado en Barcelona pude verle tocar Stella Blue de mis admirados Grateful Dead.
Buen domingo a todos.
Raíces y vanguardia, eso es.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por pasarte y comentar, Nacho.