miércoles, 30 de mayo de 2018

Blackstar


Cuando ya parecía alejado definitivamente de la música, David Bowie sorprendía a sus aficionados con la publicación en 2013 de The Next Day, álbum que le mostraba inquieto y en forma. Pero el manotazo definitivo encima de la mesa lo iba a dar dos días antes de su muerte haciendo público el que sería su último elepé, Blackstar. El 8 de enero de 2016 veía la luz el testamento artístico del autor de Ziggy Stardust, siete temas que arrostraban el final insoslayable con la categoría máxima de un creador que no rendía sus capacidades al desánimo o la parálisis que de la asunción de la parca se pueden deducir. Su cuerpo se desintegraba, su mente nos hablaba libre y lúcida.


Blackstar, o la estrella negra dibujada de la canción y la portada, es la pieza más radical del disco, y al ser la que lo inicia infecta esa radicalidad a todo su concepto. Electrónica, rock, jazz y pop orquestado se citan en los diez minutos de vanguardia que conforman un tema que arroja corsés por la ventana para volar sobre el oyente diciendo adiós a cualquier prejuicio que le impida sumergirse en la belleza trascendental de sus sonidos. 'Tis A Pity She Was A Whore mantiene muchos de los elementos estilísticos de su predecesora, pero utilizados en una canción más pegadiza y convencional que, sin embargo, no renuncia a la experimentación ni es menos excelente. Anunciadora del colapso que llega, Lazarus es una composición sobrecogedora en la que Bowie nos habla desde el más allá antes de marcharse. "Mirad aquí arriba, estoy en el cielo" canta en su primer verso, desencadenante del escalofrío que recorre de arriba abajo una pieza de orfebrería musical magistralmente ejecutada. Sue (Or In A Season Of Crime) y Girl Loves Me son rock electrónico y ambiental que habría encajado en Earthling o en 1. Outside, el Bowie industrial de los noventa descendiente de Low. En contraposición, el más melancólico e introvertido da rienda suelta a su faceta de crooner posmoderno en Dollar Days y I Can't Give Eveything Away, los dos cortes que cierran Blackstar. Fantásticamente arreglados e interpretados, ambos dan por concluido un trabajo magnífico y el misterio que el artista inglés se llevaba a la tumba nada más aparecer en las tiendas físicas y virtuales. El de un genio irrepetible que como tal se mantuvo hasta el último de sus días.

lunes, 28 de mayo de 2018

People In Sorrow


De los muchos elepés que el Art Ensemble Of Chicago grabó durante su estancia en Francia, dos fueron publicados por la casa Pathé: la formidable banda sonora de la película Les stances à Sophie y People In Sorrow. De ambos, el primero en ser registrado fue este último, en concreto el 7 de julio de 1969, y consta de una sola pieza de cuarenta minutos dividida en dos partes, concepto que la banda repetirá al mes siguiente en Reese And The Smooth Ones, aunque en esta ocasión para el sello BYG. Es decir, estamos ante un álbum absolutamente radical de un grupo que ya lo es por definición. Malachi Favors, Lester Bowie, Joseph Jarman y Roscoe Mitchell utilizan vientos de todo tipo (fagot, fiscorno, trompeta, oboe, flauta, clarinete, saxo), contrabajo, cítara e instrumentos varios de percusión para formalizar una improvisación que se sitúa, como tantas otras de la banda, en el ámbito de la música atonal y de la experimentación free. La aflicción de la gente que da título a la suite se introduce en una obra grave y crepuscular pero sin concesiones sentimentales que alteren o minoren su sentido artístico y su acabado estético. La forma en la que el AEOC se asoma a la vanguardia es peculiar en estructura y sonido y solo estalla cuando en los últimos minutos —asimilada toda la tensión previa—los vientos aúllan al unísono la pena de las personas entristecidas. Esa People In Sorrow sobre la que Favors, Bowie, Jarman y Mitchell elaboran un disco bellísimo que imagino a un número importante de lectores espantará sin ni siquiera haberlo catado, aunque quien esté cansado de escuchar siempre lo mismo quizá le dé una oportunidad.

viernes, 25 de mayo de 2018

Sábado en Retales Meco


Un sábado por la mañana
en Retales Meco.
El encargado corta
un trozo de tela negra
mientras el hilo musical
vomita a Puff Daddy rapeando
sobre el Every Breath You Take de Police.
Una mujer entra por la puerta,
otra se dispone a pagar
y Aitor se esconde
entre los enormes rollos
de todo tipo de colores y texturas.

Y yo pienso en que
quizá de esto pueda salir
                           un poema.
Nada del otro mundo,
pues.

miércoles, 23 de mayo de 2018

El arte del disimulo


Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
No soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.
Yo soy el que aparento ser.

lunes, 21 de mayo de 2018

Ragged Glory cumple diez años (5). Las palabras de Marce Becerring



Por mucho que google quiera hacer nuestra vida más fácil, uno sortea tozudamente algunas prácticas y opta por el camino menos lógico más por alejarse de la doctrina que por otra cosa. A pesar de que, al abrir mi navegador Chrome, el buscador por antonomasia tenga a bien seleccionar mis páginas más recurrentes disponiéndolas a solo un clic de distancia, uno siempre acaba llevando el cursor a la barra de direcciones y, como buen autómata, pulsa apenas 3 teclas: “R”, “A” y “G”. Estas serán suficientes para acceder al blog Ragged Glory o, lo que es lo mismo, al generoso mundo de Gonzalo Aróstegui.

Y es que mi relación con el blog de Gonzalo empezó con una carambola. Buscaba yo sitios donde, a modo de minas antipersona, enlazar furtivamente un concurso puesto en marcha desde mi web Más Truenos Magazine. De aquel spam accidental servidor se llevó una mina, un dealer al que acudir siempre en busca de mandanga de primera y, de rebote, Gonzalo consiguió la reedición 45 aniversario del Forever Changes de Love. Efectivamente, entre una centena, él ganó el concurso. Ya digo, una carambola.

Desde aquel noviembre de 2012, he de decir que he leído todos y cada uno de los apasionados y precisos escritos de Ragged Glory.

Gracias al verbo de Gonzalo me metí de lleno en Dave Brubeck, en Dizzy Gillespie o en Bill Evans. Y descubrí material desconocido para mí de Coltrane, Davis, Baker, Monk o Ellington.

Por culpa de Ragged Glory me he abastecido de tal cantidad de high-energy como para no necesitar viagra en los días que me quedan: Hellacopters, Backyard Babies, Thee Michelle Gun Elephant, Atom Rhumba…

En decenas de ocasiones me he rendido a sus certeras descripciones de mis favoritos pues, uno tras otro, han sido descritos con precisión por el forense Aróstegui: Big Star, Velvet, Young, Beach Boys, CCR, MC5, Wilco…

Y, por último, he tenido la suerte de ver como el generoso entusiasmo de Aróstegui incrustaba una reseña de mi inadvertida banda entre algunos de mis referentes nacionales: Josele y Enemigos, Morente, CRAG, Campos y sus Amigos Imaginarios…

Gracias querido Gonzalo,
larga vida a Ragged Glory!
… y abrazos desde el norte del sur.


NOTA: Marce Becerring es el creador y gestor de la web Más Truenos Magazine y miembro del grupo Algunos Hombres.

miércoles, 16 de mayo de 2018

La madurez de Tarantino


Solo en una ocasión me ha emocionado completamente el cine de Quentin Tarantino. La violencia de Reservoir Dogs (1992) y el ingenio de Pulp Fiction (1994) aparecen bastante disminuidos en Jackie Brown (1997), pero la profundidad de sus personajes y la sobresaliente puesta en escena del director norteamericano hacen de su tercera película un largometraje mucho más equilibrado que los dos anteriores, sin perder, en esencia, el punto burlón y desmitificador de su mundo cinematográfico ni salir de los márgenes estilísticos del celuloide independiente estadounidense.


A partir de una novela de Elmore Leonard titulada Cóctel explosivo, y rodeándose de un plantel de actores soberbio, Tarantino elabora un largo y sobrio relato hecho de debilidades, miedos y recelos, pero también de esperanza, humor (negro) y ternura, de contradicciones humanas estampadas en un cuadro de cine negro de ritmo pausado y perfectamente trabado. Si los personajes interpretados por Samuel L. Jackson, Robert de Niro y Bridget Fonda incorporan en sus composiciones la extravagancia comúnmente asociada a Tarantino, los que cobran vida a través de Pam Grier —antigua reina del blaxploitation recuperada para la fama— y Robert Forster son el contrapunto al disparate de aquéllos, adultos que asumen con elegancia el escepticismo que da la edad y las paradojas de la existencia, pero que no quieren tirar la toalla, amargarse la vida o perder la ilusión.

Llena de escenas memorables, Jackie Brown alcanza su clímax al narrar desde tres puntos de vista diferentes el momento clave de la intriga, dando Tarantino un punto surrealista e irresistible a la acción. La planificación austera del autor de Malditos bastardos (2009) mantiene el tono contenido aun cuando la tensión se acrecienta, lo que da a la narración una distancia sobre los hechos contados que lanza sobre el espectador cualquier juicio moral acerca del comportamiento de los protagonistas. Si sumamos a lo expuesto la presencia —además— de Michael Keaton, la deliciosa música seleccionada por el director y una duración de dos horas y media que pasan como un suspiro, tendremos el porqué de un filme magistral cuya categoría está muy lejos, en mi opinión, de cualquier otro de un cineasta, Quentin Tarantino, sobrevalorado en su conjunto pero sobresaliente en su tercer paso por la pantalla grande.

lunes, 14 de mayo de 2018

Vincent Von Reberb y sus Vaqueros Eléctricos


El mismo Vicente Ordóñez que formara parte de Malconsejo es el Vincent Von Reberb que, junto con sus Vaqueros Eléctricos, vendió su alma al rock and roll a finales del siglo pasado. Vincent Von Reberb y sus Vaqueros Eléctricos (1999) fue el único álbum que publicaron los castellonenses, un disco que evidencia que el proyecto había nacido con la intención, tal y como cuenta el propio Ordóñez, de "montar un grupo que tuviera" la "espectacularidad y grandiosidad" de los Who y Thin Lizzy; es decir, un proyecto extremadamente ambicioso en lo musical pero desenfadado e inmediato al mismo tiempo. Once canciones cargadas de melodía durante poco más de media hora, mayormente cantadas en castellano, que traen a la cabeza, además de las bandas de Townshend y Lynott, a Burning y los Hellacopters, pero que, sobre todo, dan fe de la entrega y de la habilidad de Von Reverb y compañía para perpetuar una lúdica e imbatible tradición nacida de Chuck Berry en los Estados Unidos. Interpretados con brío, pasión e, igual de necesaria, destreza, los temas se van sumando potentes y pegadizos sin que ninguno se imponga a otro o baje la media. El sonido conseguido por el grupo cumple con las premisas establecidas por su líder, electricidad altiva dominada por las guitarras de éste y Cocky Rocky que no decae ni sabe de medias tintas. La de un trabajo estupendo que sigue exhibiendo su orgullo rocker casi dos décadas después de que No Tomorrow tuviera a bien publicarlo.

miércoles, 9 de mayo de 2018

En algún lugar entre Córdoba y Granada


En algún lugar
entre Córdoba y Granada
el tiempo detenido
la emoción disparada
el paisaje árido, seco
el campo yermo de los explotados.

En algún lugar
entre Córdoba y Granada
esa sensación de estar pleno
sin saber siquiera donde estás
pensando en tu pasado
pensando en tu futuro
sin que uno se aleje
ni el otro se acerque
foto fija en movimiento
oxímoron revelador…

En algún lugar
entre Córdoba y Granada
como era previsible
vuelve el tiempo
y la emoción se modera hasta estancarse
ha sido ese instante
(que no lo es, pues no es tiempo)
en el que se fragua el poema
inmaterial, intangible, ¿inexistente?
tierra de nadie, tiempo de nada.

En algún lugar entre:
destino eterno de la poesía
tensión inveterada del poeta.

lunes, 7 de mayo de 2018

Yo soy Rosa Parks y vivo en los Estados Unidos


No te voy a ceder el asiento
solo por el hecho de que seas blanco.

No te voy a ceder el asiento
porque no quiero perder mi dignidad.

No te voy a ceder el asiento
para denunciar la discriminación racial.

No te voy a ceder el asiento
porque no te lo mereces.

No te voy a ceder el asiento
en nombre de mis antepasados.

No te voy a ceder el asiento
hasta que me pidas perdón.

No te voy a ceder el asiento,
oigo voces del futuro que me obligan.

No te voy a ceder el asiento:
¿hacen falta más explicaciones?

miércoles, 2 de mayo de 2018

Ragged Glory cumple diez años (4). Las palabras de Savoy Truffle


No recuerdo exactamente el día, pero sé que fue al poco de inaugurar mi blog, cuando un tal Gonzalo Aróstegui Lasarte empezó a comentarme. Por aquel remoto ya 2010 yo aprendía y aprendía de otros blogs e intentaba empaparme de la sabiduría de los que llevaban ya más tiempo que yo y que intuía también eran mayores en edad.

A partir de ahí me meto en Ragged Glory, blog cuyo título ya me llamaba la atención, un disco de Neil Young y Crazy Horse que me parece fundamental. La conexión fue inmediata, discos, comentarios, conversaciones, incluso nos conocimos y empezamos a ir a conciertos, compartir charlas y demás.

La fina pluma del amigo Gonzalo es un referente, diría aún más, es parte fundamental del mundo bloguero. Un tipo que es capaz de ir del punk al jazz, del rock enérgico a una banda sonora tierna, un icono al que seguir regularmente. También ha sido un placer leer sus novelas y compartir con él algún que otro programa de radio.

Enhorabuena por estos 10 años y que continúe.

NOTA: Savoy Truffle es el autor de los blogs My Kingdom For A Melody y My Kingdom For A Film, DJ y presentador radiofónico.