lunes, 27 de abril de 2015

Made In Japan


Made In Japan bien pudiera servir para compendiar toda una época en la que muy buena parte del rock and roll vive del y por el exceso, planta en él sus credenciales y sueña con fundir a Chuck Berry y Eddie Cochran con Beethoven y Bruckner —por ejemplo— como si quisiera ser admitida en los conservatorios. Solo algunos salieron bien parados de tan fastuoso intento sin que el instinto popular, inmediato y primigenio de la música del diablo se perdiera en el camino. Entre ellos, claro, Deep Purple, inmortalizado en su segunda formación, en Japón, en 1972 y en directo, gracias al magnífico y mítico doble elepé que hoy llega a Ragged Glory cual trueno vinílico surcado por la aguja de mi tocadiscos. Hard rock que tiende a ser progresivo y sinfónico —el gusto de Jon Lord por las músicas clásica y barroca—, pero que demuestra, como afirmaba Fernando Pardo, que "se puede delirar en directo sin flojear, sin perder el control. Lo que parece macarrismo es la misma agresividad de MC5 o los Stooges, los grupos high energy más santificados por la crítica". Eso es. Los siete temas que ocupan las cuatro caras del artefacto en cuestión —explayándose durante hora y cuarto— proponen un despliegue técnico extraordinario que es cercanía y pasión, no distancia y erudición, cuyo desarrollo interpela a nuestro estómago antes que a nuestro cerebro, aunque éste también sea invitado.

La cara uno lleva al paroxismo esa agresividad controlada de la que habla Pardo mediante gloriosas versiones de Highway Star y Child In Time registradas en Osaka el 16 de agosto. Little Richard y Bach son conjurados en el primero de los temas por una base rítmica arrolladora (Ian Paice y Roger Glover), un Ian Gillan frenético y dos solos de Ritchie Blackmore y Jon Lord que —guitarra y órgano respectivamente— extraen notas y sonidos ya eternos que los millones de reproducciones en todo el mundo jamás han menoscabado. El misterioso órgano de Lord, la batería gradual de Paice (platos, timbales, bombo, caja), la voz (moderada en principio) de Gillan y, al final, el bajo de Glover fabrican un crescendo que estalla cuando entran las seis cuerdas de Blackmore, y Gillan empiezan a soltar esos alaridos que parece van a romper los altavoces. Hablamos, por supuesto, de la mencionada Child In Time. El tempo se acelera para que Blackmore realice una tremenda exhibición que, una vez concluida, es reemplazada por el motivo principal y el segundo crescendo del corte, sintiéndose de nuevo esa mezcla de pánico y estupefacción —que será el hazmerreír del punk— ante los agudos chillidos que salen de las cuerdas vocales de Ian Gillan. Una coda remata los doce minutos y medio de la canción para júbilo del público nipón, que aplaude a rabiar.


La segunda cara viaja al día anterior, sin moverse de Osaka, para que el riff más famoso de cualquier tiempo y lugar, el de Smoke On The Water, dé paso a una interpretación espléndida del tema. The Mule, el 17 de agosto en Tokio, da pie a la eterna discusión sobre los solos de batería y las bandas de rock. El que aquí hace Paice es muy bueno, pero cierto que el percutir durante varios minutos sin el acompañamiento de otro instrumento resulta enormemente tedioso (e incluso sobrante) para muchos oyentes, entre los que puede haber fans del hard rock y de Deep Purple. Sin embargo, es parte de un conjunto indivisible, tan representativo del quinteto y de su tiempo que no puede ser obviado.

De nuevo en Osaka, el día 16, la tercera parte del doble elepé recupera la unanimidad gracias al hard blues de Strange Kind Of Woman y el diálogo que establecen Blackmore y Gillan. El vanguardista prólogo de Jon Lord en Lazy (en el que intercala los acordes de Louie Louie y C Jam Blues) —mismas fecha y ciudad que The Mule— es seguido de un punteo muy jazzístico de Blackmore, antes de que todo el grupo se lance a la carrera practicando un R&B progresivo en el que Lord suena a Jimmy Smith regalándonos un pequeño y soberbio solo, Gillan toca la armónica y Blackmore introduce el motivo principal de la primera de las rapsodias suecas de Hugo Alfvén. ¡Ahí es nada!


La última cara de Made In Japan (Osaka, 16 de agosto) la ocupa en exclusiva Space Truckin', que en vivo multiplica por cinco su duración en Machine Head hasta convertirse en un monstruo psicodélico en el que cabe por igual un fragmento de Los planetas de Holst (Júpiter) tocado por Lord, la improvisación atonal y free o el saqueo de uno de los temas del propio grupo, Fools. Perfecta exageración o hipérbole la que es utilizada para concluir un documento indispensable —el que fija la primera visita de Deep Purple al país del sol naciente— si se quiere conocer una estética musical que dominó el rock durante buena parte de los años setenta, si bien lo que en unos era plomizo, pedante y ridículo, en Made In Japan y el quinteto inglés resulta vibrante, embriagador y pleno de groove. Y, sin ningún género de dudas, influyente hasta la médula.

13 comentarios:

  1. Aquí un fan del hard-rock... al que le sobra "The Mule" jejeje. Aunque ya lo comentamos una vez y no estabas de acuerdo, sigo creyendo que los Purple de Hughes & Coverdale envejecen mejor que el mítico Mark II (sin menoscabo que siga escuchando con pasión discazos como In Rock o Machine Head). Pero el impacto de escuchar Made In Japan por primera vez, cuando me lo dejaron recién llegado al instituto, es imborrable. Esos chillidos de "Child In tmie" me tenían obsesionado...

    Fantástica entrada, Gonzalo (como la anterior, que me pilló desconectado de internet unos días... a Lemmy y cia. se les echará de menos pero a los Ramones ya llevamos mucho tiempo haciéndolo).
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Cercanía y pasión, no distancia y erudicción, creo que es la definición perfecta de este disco perfecto pero pasional, nada mas que objetar a un análisis tan suculento como acostumbras.
    Un abrazo crack.

    ResponderEliminar
  3. Siento un aprecio enorme por "Burn" y "Stormbringer", Agente, pero no creo que sean mejores o hayan envejecido mejor que "In Rock" o "Fireball" o "Machine Head". El impacto que viví fue similar al tuyo, recuerdo perfectamente la compra del disco en una tienda de Pamplona que ya no existe (como supondrás), el trayecto a casa de mis padres y la primera escucha con los auriculares. Muchas gracias por tus palabras. Los Ramones… ay, ojalá surgiese un grupo con ese nivel de creatividad y personalidad.

    Muchas gracias, Addison, creo que es la clave de este mítico directo.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  4. Tantas veces lo escuché desde los 15 años, que creo que lo debo llevar ya hasta en el ADN, aunque mi preferido siempre fue el 'Europa'. Una buena manera de empezar la semana con energía.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. es verdad eso del riff mas famosos de todos.... cualquier chico que aprende guitarra lo sabe, lo tiene en su repertorio.... salu2...

    ResponderEliminar
  6. Hombre, el "Made In Europe" es una maravilla, pero no tiene la representatividad del "Japan". Llevo estos dos días con los sonidos de Deep Purple en la cabeza, Aurelio.

    Quizá los de "Satisfaction", "Highway To Hell" o "You Really Got Me" anden ahí, ahí, pero yo creo que de "Smoke" lo conocen hasta en la Conchinchina, JLO.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  7. UNo de los mejores directos de la historia, no hay dudas. Influyente hasta la médula es poco. Recuerdo mi etapa de enganche a este artefacto, creo que por ahí han pasado muchos alguna vez en la vida. Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Me veo hace un montonazo de tiempo saliendo a la pista de la disco a bailar como un poseso cuando empezaban los primeros acordes del "Smoke in the water". Dejaba a la churri sentada (ella nunca fue muy bailonga) y nos poníamos los colegas ciegos de emular con las manos y brazos todos los riffs y saltos del tema en cuestión. ¡Qué tiempos! No tengo el disco, es uno de los muy pocos que me faltan de los Púrpura, pero como si lo tuviera vaya. Lo llevo en el cerebro y en las tropas metido.
    Me ha gustado mucho esas referencias a las combinaciones de la música clásica y el rock que comentas. Como si muchos grupos ya pretendieran subir un escalón más hacia el olimpo de la eternidad.
    Abrazos,
    JdG

    ResponderEliminar
  9. Está claro, Johnny, más allá de que guste más o menos, su influencia es epistemológicamente irrebatible.

    La de air guitar que habré hecho yo también con "Smoke", Javier. Bueno, yo hay discos que he perdido o no tengo y he escuchado docenas de veces. Camino de la eternidad está la pretenciosidad, por desgracia, y pocos nos libramos de eso.

    Abrazos, compañeros.

    ResponderEliminar
  10. No se puede discutir: ¿el mejor directo de la historia? Siempre me hago esa pregunta, porque, claro, luego me pongo a pensar en el Live and Dangerous de Thin Lizzy, en el Strangers In The Night de U.F.O y me estrujo los sesos; lo que sí que está claro es que es un disco fascinante, con toda esa grandilocuencia que rodeó a Blackmore y acabó cansando a un Gillan, el cual, da una exhibición vocal. Difícil quedarse con una canción; pero la clase de Paice en The Mule, difícil de superar. Gran entrada, Gonzalo. Como siempre, vamos: es muy difícil ser didáctico y ameno. Eres el manual del perfecto profesor. ¡Abrazos!

    ResponderEliminar
  11. Normal, Alex, los directos de Thin Lizzy y UFO son absolutamente geniales. Gracias, Alex, tus entradas sí que son didácticas y amenas.

    Recibe un abrazo del profesor Aróstegui, je je je.

    ResponderEliminar
  12. Un disco mítico, si me pusieran una guitarra eléctrica en la cabeza y amenazaran con volarme la memoria musical si no enumerara los mejores discos de la Historia de la Música (todos los géneros incluidos), este figuraría en mi Top Ten particular, sin ningún tipo de duda… y en la B.S.O. de mi existencia también.

    Muy interesante tu blog. Saludos.-

    ResponderEliminar
  13. Un disco enorme, Krust, no hay duda alguna. Bienvenido a Ragged Glory, un placer tenerte por aquí.

    Saludos.

    ResponderEliminar