jueves, 7 de mayo de 2015

La desgarradora hipérbole del amor roto

Debajo de mi alfombra no cabe más angustia
y encima de ella tropiezo al caminar

(Si apareces, El Desván)



El comienzo desesperanzador de su carrera no hacía presagiar un cine tan hermoso y poético como el que Wim Wenders nos ofrecería desde mediados de los años setenta hasta finales de los ochenta. Abonadas por igual al aburrimiento y a la ridiculez, El miedo del portero ante el penalti (1971) o La letra escarlata (1972) son películas con las que el tiempo no ha tenido piedad; no obstante la dureza de esta afirmación, la redención que traerá En el curso del tiempo (1975) quita hierro a los precedentes de un joven cineasta más preocupado en su despertar por aparentar que por ser. El amigo americano (1977) y Relámpago sobre el agua (1980) confirmarán un talento para reflejar la emoción que Paris, Texas (1984) sublimará hasta dar con la obra maestra del director alemán, solo igualada tres años después por El cielo sobre Berlín.


Levantada sobre un guión de Sam Sheppard que pone al día el más tradicional melodrama, Paris, Texas sirve para que Wim Wenders despliegue su fascinación (europea) por la iconografía estadounidense mientras nos narra la historia de un hombre (soberbiamente interpretado por Harry Dean Stanton) destrozado por el amor y ayudado por su hermano (Dean Stockwell) a salir del agujero y recuperar la dignidad. Los amplios espacios, las carreteras, los moteles, las señales de tráfico, los carteles publicitarios, las vías y sus trenes, etc. son bellísimamente retratados por Wenders y su director de fotografía, Robby Müller, y —lejos de ser un mero telón de fondo— se conjugan con la historia que se nos cuenta de manera perfecta. En el plano puramente cinematográfico, la influencia de Antonioni, Ozu, Bresson o Hitchcok es patente, pero es la pintura de Edward Hopper (ya presente en la obra del autor de Alicia en las ciudades, 1974) la que vemos constantemente reflejada en las imágenes del film. No en vano dijo el propio Wenders: "Hay sitios de los Estados Unidos donde pones la cámara y te sale un cuadro de Hopper".


Según la película va desarrollándose conocemos que Travis, el personaje de Stanton, lleva cuatro años perdido y sin ver al hijo que tuvo con su compañera Jane (una guapísima y excelente Natassja Kinski), hijo que vive con su hermano y su cuñada. Al instalarse en la casa de su familia en Los Ángeles, Travis vuelve a adquirir poco a poco la cordura, sin perder un punto infantil y alucinado, hasta que una confesión de su cuñada le hace marchar a Houston con su hijo en busca de Jane, quien trabaja en un peepshow. Una conmovedora y larga escena en una de las cabinas sirve para que (en boca de Travis y Jane) sepamos por qué la pareja se resquebrajó y anticipa el reencuentro de la madre con el pequeño Hunter. Momento álgido de una película que mantiene el equilibrio a la largo de sus dos horas y media, pero que tiene en la conversación entre Kinski y Stanton su cima emocional, si bien la escena en la que éste visiona en casa de su hermano una filmación en Super-8 previa a la ruptura —iniciándose en ella la recuperación del afecto de un hijo al principio reluctante— hace que las lágrimas pidan paso.


Largometraje de culto y ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes, Paris, Texas es un canto noble y triste a los sentimientos perdidos e irrecuperables, pero también a los eternos e insustituibles lazos paternofiliales, nunca esa "banal consideración sobre la pareja" de la que injusta y superficialmente hablaba Augusto M. Torres; y es, además, una radiografía de Estados Unidos desde el punto de vista europeo magníficamente puesta en escena, fotografiada y —no nos hemos olvidado— musicada, gracias a la sobria, impactante e inmortal banda sonora de Ry Cooder. O lo que, en definitiva, garantiza su alto, altísimo estatus entre las realizaciones de los años ochenta del siglo pasado.

13 comentarios:

  1. Mientras leía el post pensaba que ya tardabas en mencionar la ajustadísima BSO de Cooder, vital para la cadencia del absorbente ritmo narrativo de esta soberbia película. Nunca me había parado a pensar en la influencia de Hopper en el cine de Wenders pero tienes toda la razón: mundos interiores cerrados sobre fondo a espacios exteriores infinitos.
    De Wenders también me gustó mucho "The Million Dollar Hotel"... a pesar de que creo que fue el Bono de U2 el que perpetró el guión...

    Saludos.-

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  2. La música de Cooder es impresionante, Krust, no podía quedarse fuera. Sí, lo de Hooper aquí es muy claro, pero ya aparecía antes en la obra de Wenders (muy buena tu descripción). Por otro lado, la obra de éste posterior a "El cielo sobre Berlín" no me acaba de convencer, aunque sí me gustó mucho en su momento "Lisbon Story".

    Saludos y gracias.

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  3. A mi me resulta un poco lenta, aunque he de reconocer que goza de una buena fotografía y, como no, de una fantástical banda sonora, manufacturada por el genio de la slide Ry Cooder.

    Un abrazo y buen fin de semana.

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  4. A mi lenta no, Aurelio, el cine que más me gusta es mucho más lento que éste. La banda sonora es algo en lo que coincidimos todos.

    Un abrazo y buen finde para ti también.

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  5. Precisamente yo siempre he pensado en "Paris,Texas" como un hermoso y sereno country de poco mas de dos horas, en el que la forma se encuentra en perfecto equilibrio con el fondo: los inmensos desiertos y luces de la America profunda como espejo emocional del hombre derrotado. Una pelicula magistral y necesaria, Gonzalo. Y que belleza la Kinski, aqui y en "Tess" como me fascina.

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  6. Así es, Aldo, toda esa imaginería norteamericana es, como tan bien expresas, "el espejo emocional" de ese Travis sin rumbo ni objetivos. Y, sí, la Kinski está bellísima (al igual que en "Tess").

    Saludos.

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  7. No conocía la frase de Wenders sobre la cámara y el cuadro de Hopper, creo que por eso me encanta la pintura de Hopper.
    De Wenders me gusta mucho, las primeras es cierto que me las imagino un tanto abandonadas al agujero negro de los años, pero Paris-Texas es una poesía que circula sobre los railes del travelling, es triste y crepuscular, es como tu la has definido.
    Me has dado ganas de verla este fin de semana.
    Otro dia El cielo sobre Berlin.
    Un abrazo.

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  8. A mí también me encanta Hooper, Addison. Hubo aquí una exposición suya hace dos o tres años que me dejó asombrado (a pesar de haber visto todos los cuadros previamente reproducidos). Las dos películas son poesía; en la segunda, además, tenemos a Nick Cave actuando.

    Un abrazo.

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    1. Joder como que me baje a Madrid a verla, fue impresionante...
      Anoche no me la vi, cosas del sabado noche, pero esta noche si.
      Un abrazo.

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  9. Tu magnífica crítica me invita a ver la película sí o sí!

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  10. Muchas gracias, Mar. Seguro que te encanta la película.

    Un abrazo.

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  11. Muchos de los personajes de las películas de Wenders huyen. Huyen de un pasado que los condena, huyen de sí mismos, de un recuerdo, de sus responsabilidades... En suma, en sus películas impera la tristeza, la búsqueda del silencio, la pérdida de la identidad. Y si hablamos de "PARIS, TEXAS", sin duda su mejor película, lo hacemos de un melancólico y apasionante relato de naturaleza itinerante y pausado desarrollo en el que un hombre regresa del vacío (y por lo tanto, sin memoria) para reencon­trarse trabajosamente consigo mismo. El despertar de ese sueño sin paisaje se hará posible a través de la memoria visual, de las imágenes y su poder reconstructor. Así, espejos, fotos, viejas películas familiares de Super-8 y ese emocionante último encuentro (ya mencionado en este post) con su esposa a través del cristal de una cabina de "peepshow", le sirven a Travis para iluminar ese momento de su pasado, justo antes de sumirse en la nada. Momento de ilusoria felicidad, diría yo.
    Para la historia han quedado, creo, las portentosas composiciones que llevaron a cabo Harry Dean Stanton y Nastassja Kinski.
    Un abrazo.

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  12. Magníficas reflexiones, Teo. Creo que esa nada en la que se sume Travis puede ser también momentánea: todo queda abierto al finalizar la película. Para mí solo "El cielo sobre Berlín" tiene el nivel de "Paris, Texas" en la obra de Wenders.

    Un abrazo.

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