Fue una bestia intransigente e inclasificable hasta el final. Fundirse con Metallica antes de morir y parir un doble álbum como Lulu (2011) fue una provocación para que miles de idiotas sectarios —de uno y otro lado— pusieran el grito en el cielo sin ni siquiera haberlo escuchado. El incandescente resultado de tan inopinada relación entre los autores de Ride The Lightning y Lou Reed es uno de los pocos trabajos del siglo XXI que me hace tener esperanza en un rock original, poco manoseado, auténtico, libre de prejuicios en definitiva. Por desgracia, uno de sus autores ya no está, y el otro ha quedado desamparado.
Partiendo de una serie de canciones escritas por Reed para el montaje teatral homónimo de Robert Wilson —basada en textos del Frank Wedekind que asimismo habían alumbrado la ópera Lulu de Alban Berg—, el maestro y Metallica construyen un pandemónium sonoro que —valiéndose por igual del heavy y el trash metal que de la música electrónica y la de cámara— traduce la virulencia y el desagrado de los textos utilizando la misma medicina. La agresividad de éstos y de aquél no dejan lugar a la paz durante la hora y media en la que se desarrollan los diez temas, los cuales, si bien forman un conjunto sólido e indivisible, alcanzan la matrícula de honor en ese impresionante colofón de casi veinte minutos titulado Junior Dad. El contraste entre figuras de diferente sentido estético — el himno metálico convive con la vanguardia atonal y concreta; la saturación eléctrica de las guitarras con las cuerdas tradicionales (violín, viola, chelo); el recitado con el speed metal desenfrenado— auguran un desenlace antitético que nunca llega, pues los "monumentales muros sónicos y desaforados atropellos rítmicos [y los] pasajes levemente fantasmagóricos", de los que habla Ignacio Julià, nacidos de la aparente contradicción, acaban confluyendo en un discurso inequívocamente transgresor que se sirve de todos los elementos artísticos nombrados para llegar a una única conclusión.
Quizá sea el vocablo exceso el mejor para describir con sobriedad la voracidad descarnada de un proyecto a priori tan arriesgado y a posteriori tan magnífico. Pero ¿no era exceso lo de White Light/White Heat o lo de Take No Prisioners, por ejemplo, por no hablar de Metal Machine Music? ¿No era voracidad descarnada (e insaciable) lo de Master Of Puppets y …And Justice For All? Sin embargo, ni el exceso, ni la voracidad, ni el riesgo son amigos de ese aficionado al rock encasillado en su correspondiente subgénero —garage, beat, rockabilly, hard rock, power pop, punk…—, feliz en su idiocia, encerrado en una cápsula a la que jamás llegarán las notas de Lulu, pues alguno de sus hacedores no es de los suyos, y su mezcla es anatema. Váyanse, pues, al infierno él y todos ellos con sus supersticiones y no disfruten de un trabajo superlativo que bien podría haber llevado como subtítulo Creatividad contra la estulticia.
La gente se tiró a destripar a ciegas, sin escuchar (oir como mucho y siempre a cara perro con el hacha en ristre), algo que desde la premisa superaba. Así lo veo y perdón si procede. Los puristas se encerraron en lo suyo en vez de reparar en la trangresión que alimenta gran parte de la obra del Genio y la muchachada no reparó que los de SF se cagan en todas las medianías que les amamantaron de los 90's en adelante (si te has criado con Nirvana y RATM o, lo que es mucho peor, con pura mierda como Oasis, Offspring, Kravitz o Korn es normal, si). Un trabajo de inmersión a esta escala es quizá pedir demasiado en este mundo como está, pero que la labor artística y lo que se extrae a posteriori es un más que digno último paso para uno de los más grandes ever, lo que es para el menda, ya lo deja todo dicho... Gran reivindicación que en un mundo mejor (con más miras abiertas y menos culoprieto) no sería necesaria por la harto evidente calidad que se nos dispensa. Magnífico Gonzalo y abrazo.
ResponderEliminarA mí Metallica nunca me han gustado, y tampoco soy gran fan de Lou Reed, pero no entiendo que la gente tire por tierra esfuerzos creativos que puedan ir más allá del puro estilismo. El rock es arte, y en el arte hay que arriesgarse, no deja de ser un medio de expresión. Y no hablo del resultado,hablo de que por lo menos un salirse del camino establecido debería valorarse más, al menos como premisa inicial.
ResponderEliminarSaludos.
Machacaron sin piedad a este discazo, arriesgado como pocos. Una pena. La crítica (y el público muchas veces) musical es a veces absolutamente gilipollas, con todas las letras: prejuiciosa y tonta. Espero que el tiempo lo vaya poniendo en su sitio.
ResponderEliminarLulu es un trabajo complejo y dificil de abordar... Yo lo intenté en su momento y sinceramente no pude con él... Lou Reed fue un músico ecléctico, que hizo discos asequibles al oído y otros que no lo son tanto, como el White Light de la Velvet que citaste, un álbum duro, oscuro y que huye de convencionalismos, como otros tantos de su catálogo, aunque de ahí a atreverse a calificarlo como malo hay un abismo de por medio... Seguro que habrá muchos que opinen lo mismo, por ejemplo, del Trout Mask Replica de Captain Beefheart...
ResponderEliminarUn abrazo.
La reivindicación, Guzz, me ha salido algo violenta por todo lo que tan acertadamente comentas. La ambición de "Lulu" es enorme, teniendo en cuenta que, como digo, nada más y nada menos que Alban Berg había hecho una ópera partiendo del mismo material; pero el resultado es extraordinario, para mí uno de los mejores discos de lo que va de siglo. En un mundo mejor, ay, en un mundo mejor, amigo…
ResponderEliminarMuy de acuerdo con tu reflexión. Javi. Lou Reed es uno de mis artistas favoritos, y Metallica en los ochenta (y "Death Magnetic" posteriormente) me parece un gran grupo.
Los prejuicios, especialmente en el mundo del rock, están a la orden del día y son absolutamente ridículos, Cinemagnific. El tiempo pondrá a "Lulu" en su lugar sin duda.
Los que abominan de "Lulu" lo de hacen de "Trout Mask Replica" seguro, Aurelio. Cuando un creador va más allá de las convenciones se ve al oyente inteligente y abierto. el que colabora con aquél en su búsqueda, pues deja de ser suya en cuanto se hace pública.
Abrazos.
Gracias por esta reseña, Gonzalo. Tantas injusticias por partes de los clásicos tipos que juzgan el mundo a partir de Scorpions y Thin Lizzy (dos grupos tremendos, siempre hay que tenerlo claro aun así) hicieron caer en el olvido a las virtudes de un disco que, ahora mas que nunca, el rock necesita a gritos para evitar morir auto destruido y auto saturado. La obsesión con el pasado lleva a las bandas a tocar prácticamente las mismas canciones, aprovechando la increíble elasticidad de un genero como el rock, que genera comodidad y una ilusión de avance. En otras palabras, mira tu a bandas como Reigning Sound, una banda de rock n' roll con un talento y sensibilidad increíble, pero aun así hacen falta mas tipos con el espíritu de unos, no se, Sonic Youth o del propio Reed. Perdón por el discurso. Estupenda y necesaria reseña, una vez mas.
ResponderEliminarPues Gonzalo, yo amo la musica de Reed, la de Metallica no tanto y no abomino del disco, pero lo cierto es que en su momento no me gustó, pero tras leer tu defensa y crónica, y la posterior reivindicación de Guzz, lo volveré a retomar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a ti por tus palabras, Aldo. Como dices, está muy bien que haya grupos (grupazos) como Reigning Sound en busca de un sonido propio, pero a veces es necesario un puñetazo encima de la mesa para que el rock no se quede anquilosado. Esa obsesión por el pasado que dices la representa mejor que nadie, por desgracia, AC/DC, que llena estadios para tocar las mismas canciones de siempre de la misma manera de siempre y recibir los mismos aplausos de siempre. Y te estoy hablando de uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos, imagínate.
ResponderEliminarA ver las nuevas escuchas, Addison, ya me contarás.
Abrazos.
Compré este disco por 3'95 eurípides... denostado desde el principio... ese es el tipo de discos que más me llaman la atención. Cuanto más se meten con un disco, más quiero oírlo, y como bien dices allá fueron a meterse con esta unión desde el principio, sin oír el disco (recuerdo que recibieron hasta amenazas de muerte de esas mentes obtusas que nop van más allá).
ResponderEliminarBrutal unión, yo soy más de Lou Reed, pero reconozco la valía de Metallica.
Abrazos.
El mes pasado sin ir más lejos un fan de Metallica se quedaba ojiplático cuando le comenté que era una de mis discos favoritos de los últimos años. Todo lo que rodeó a la aparición del disco fue demencial, la ignorancia y la cerrazón hacen estragos.
ResponderEliminarUn abrazo, Savoy.
No puedo con él. Siempre lo vi como un intento de Lou por querer imitar la temática de Berlín cuando llevaba tiempo haciendo discos fácilmente prescindibles. Encima se unió con una banda cuya caída libre se prolonga desde el año 94. Respeto tu opinión y tu fe; pero esto, de naif que busca ser, yo lo encuentro un bodrio. Un abrazo, Gonzalo.
ResponderEliminarDiscrepamos radicalmente, Alex. Prescindible puede ser "Set The Twilight Reeling", pero nunca "Ecstasy" o "The Raven". En cuanto a Metallica, estoy de acuerdo en parte, pues "Death Magnetic" detuvo esa caída. Por último, no veo yo esa cualidad de naíf que tu ves en "Lulu". En fin, gracias por opinar tan sinceramente, se agradece mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cada día me gusta más desde hace algún tiempo, y tú tienes buena culpa de ello. Abrazo.
ResponderEliminarMe alegra llevarte por la buena senda, je je je.
ResponderEliminarUn abrazo, Johnny.
No puedo estar mas de acuerdo. Cuando salio, un amigo Reed/Metallica head y yo nos mirabamos ante las desastrosas criticas y alucinamos. ¡Este disco es la hostia!. La vuelta a la realidad y a la musica para unos (Metallica) y un epitafio descomunal para un alma inquieta que nunca dejo de serlo (Lou). Magic and Loss, Songs for Drella, The Raven, giras con Sonic Youth, con Anthony, Lulu en el tramo final de su carrera solo hablan de un creador descomunal que nunca quiso acomodarse. Nunca se le reivindicara bastante. Un abrazo .... y perdon por el rollo
ResponderEliminarel arte de tapa fue muy original y tuvo la misma admiración y crítica que lo de adentro... menos mal que lo hicieron viendo la defunción del gran Lou...
ResponderEliminarLo que os pasó a ti y a tu amigo, J, es lo mismo que me pasó a mí. Me asombraba la falta de prudencia de la gente que se lanzaba a defenestrarlo sin dejar tiempo a la reflexión. Hacer un disco como "Lulu" con setenta tacos pone a Lou Reed en los antípodas del artista acomodado, como muy bien comentas.
ResponderEliminarMenos mal, JLO, nos hubiéramos perdido algo gigantesco.
Abrazos.
Recuerdo haber comentado aquí y no lo veo, en fin, decía que es una lástima que uno se tenga que morir para que se le de la trascendencia que merece a pesar de los seguidores de uno y otro lado.
ResponderEliminarSaludos.
Yo creo que mucha gente sigue odiando este trabajo por igual a día de hoy, independientemente de la muerte de Reed.
ResponderEliminarSaludos, Sergio.