dejar de ver a gente muy maja,
rebajar los ingresos,
recuperar la libertad para violar la métrica.
Perder el latir obrero,
no saludar a esa compañera,
regresar a casa tras dejar al peque,
colgar la ropa al sol del invierno.
No sentir el gustazo del viernes,
sentarse a leer en el parque,
abrir al cartero comercial,
no leer panfletos sindicales.
Sensación agridulce,
paz y pena ex aequo:
Otro trabajo que termina.
Ese "recuperar la libertad para violar la métrica" tiene un deje de esa "huella del futuro" de la que hablábamos en el anterior poema. El resto es un pasado líricamente bien construido.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Buena observación, Javier.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Creo captar el trasfondo de estos grandes versos al compás de Thelonius. Es todo tan complejo que al menos está la lectura positiva del escape. Abrazo, leo siempre cuando puedo, lo tenía en la agenda. Abrazo.
ResponderEliminarEste poema, Johnny, me vino a la cabeza en el momento exacto que terminaba de currar en el último trabajo que he tenido. Fue al salir que saludé a una amiga que conocía de otra empresa, y toda esa complejidad que dices se hizo verso, incluida la lectura positiva. Gracias por el comentario, de verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece una chorrada, pero ese gustazo del viernes lo hecho de menos, quizás la sensación y la necesidad de libertad se agudiza más en épocas de represión laboral, llevo demasiado timpo sin currar debe ser. Grandes versos.
ResponderEliminarNo sabía que llevabas mucho tiempo sin currar, Chals. Las condiciones laborales son tan paupérrimas y la explotación tan evidente (hasta para quien no quiera verla) que trabajar se ha vuelto algo muy desagradable a pesar de las matizaciones del poema.
ResponderEliminarGracias.