jueves, 20 de abril de 2017
Darklands
Rebajada la lujuria eléctrica de su extraordinario debut y ausentes la batería de Bobby Gillespie y el bajo de Douglas Hart, el segundo disco de The Jesus And Mary Chain (Darklands, 1987) reduce a dúo el grupo de los hermanos Reid, encargándose Jim y William de cantar, tocar las guitarras y bajos y programar la caja de ritmos que sustituye las baquetas de quien ha pasado a dedicarse en cuerpo y alma a Primal Scream. Como afirma el querido Johnny JotaJota, los escoceses "pierden en distorsión para ganar en melodías preciosistas", lo que —ni siendo bueno ni malo a priori— limita el impacto de un trabajo hermoso pero inferior a Psychocandy. Hay una obviedad mayor en las composiciones de Darklands y un peligro menor en la manera de interpretarlas, lo que aleja a la banda de la Velvet, los Stooges o Joy Division pero cimienta el sonido del que beberán tantos y tantos artistas y grupos —los Pixies le deben la vida— adscritos al movimiento independiente que hará eclosión en los primeros años noventa. En este sentido, The Jesus And Mary Chain actúa como el visionario que se convertirá en influencia, pues lo que tres décadas después nos parece trillado, no lo era en el momento en que ve la luz. Las diez canciones que dan forma al plástico son de una calidad fuera de duda y se beben con placer de un solo trago, si bien el conjunto carece de la solidez y la radicalidad que hace de su primer elepé una de las obras maestras e indispensables de la historia toda del rock. Eliminado el cotejo, que a veces incomoda (e incluso asusta al cobarde), Darklands tiene el mérito de no contener tema alguno malo o regular, de haber sido fuente de inspiración para un generación nombrada como alternativa (aunque triste y mayormente despolitizada y parte acrítica del capitalismo) y de —ya superado el futuro que auspiciaba— seguir sonando estupendamente. Lo que no podemos decir de muchas de las grabaciones posteriores de los epígonos de la banda británica.
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El debut de J&MC es bestial. Pero este es un disco magnífico, como dices no es oportuno valorar su sonido desde hoy. En su día esta banda abrió un melón al que muchos hincaron el diente.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tus apreciaciones.
Un abrazo.
¡Vaya!, vas y sacas el único disco que me falta del grupo...Aunque, por lo que leo, parece ser un disco más previsible, más domado.
ResponderEliminarMuchos y buenos recuerdos con una de mis bandas favoritas de los 80 en Inglaterra, de las pocas que mantuvieron el listón alto en las Islas. Tu último comentario tiene miga, como siempre. Esa generación, en las postrimerías del thatcherismo, tuvo motivos más que sobrados para rebelarse, pero prefirió, en su inmensa mayoría, dedicarse a otras cosas menos comprometedoras.
Abrazos,
JdG
MI LP FAV DE LA BANDA sin duda Aqui vi que sabian componer y no triturar
ResponderEliminarEstá claro que este disco tuvo una influencia grandísima, Addi.
ResponderEliminarCreo que cualquier disco de TJAMC parece domado en comparación con su debut, Javier. Esa generación británica y de muchos países más: se dedicaban a hacer como que la política no existía. De aquellas aguas nos vienen estos lodos.
No sé si te refieres a su primer disco cuando dices "triturar", Bernardo, pero a mí "Psychocandy" me parece que no tiene rival por originalidad y fuerza.
Abrazos.
Cierto, no tiene ningún tema malo. Más moderado pero gana la elaboración melódica. Abrazos.
ResponderEliminarAunque el resultado final no esté a la altura de su debut, es un disco que me gusta mucho.
ResponderEliminarAbrazos, Johnny.