Según explicaba Pepe Habichuela, Yerbagüena (2001) nace del flechazo que el músico indio Chandrú sintió al ver tocar en directo al guitarrista de Granada a finales del año 2000. De aquel enamoramiento iba a surgir —en un breve espacio de tiempo— un disco tan especial y curioso como éste que hoy comentamos, fusión cultural y artística de oriente y occidente (como las dos versiones del tema que da título al álbum quieren evidenciar) que en realidad, y más allá de lugares de nacimiento y crianza, es la unión de sensibilidades musicales diferentes pero que tienen mucho que decirse y aportarse.
Yerbagüena (oriente) y Yerbagüena (occidente) abren y cierran —respectivamente— la función en forma de hermosa rumba. Coloreada la primera por The Bollywood Strings y la sección de cuerdas de la South Indian Full Harmonic Orchestra —arreglos y violín de Chandrú—, la segunda lectura es sin duda más sobria y tiene cierto aire jazzístico, al ser acompañadas las guitarras de Habichuela y su hijo Josemi Carmona (asimismo productor del trabajo junto con Mario Pacheco) por el contrabajo de Javier Colina y la batería de Tino di Geraldo. Asia y Europa convergen en busca de variaciones sobre una misma melodía que den con armonías y sonidos diferentes aun hermanados. A mi chache Miguel es una soleá que deja que disfrutemos de las seis y espléndidas cuerdas del Carmona padre y explica la admiración de Chandrú por el artista andaluz. Las bulerías son orientalizadas en Bangalore Krishna, repitiendo aquél como arreglista y violinista de las mencionadas orquesta y cuerdas, compañía de lujo para Pepe Habichuela y su vástago. Se la llevó Dios es una seguiriya magistral protagonizada por la voz de Enrique Morente, que eleva lo que podría haber sido un buen cante a la máxima categoría musical. Del palo del tango (o tanguillos), Como un fandango suma guitarras, mandola, laud, sitar, percusión, tablas, voces y palmas para dar con un flamenco atípico que no renuncia a serlo. Tres colores son unas bulerías tradicionales que anteceden a En El Grec, uno de los momentos privilegiados de la función. Grabada en directo en el Teatre Grec barcelonés y señalada como una seguiriya, por su estructura, acordes y duración yo diría que es una malagueña, pero más allá de estos debates técnicos se imponen sus casi once minutos mágicos en los que la guitarra de Habichuela, la voz de Guadiana, el violín de Chandrú, el sitar de Baluji Shrivastava, la percusión de Arun Kumar, las tablas de Peter Lockett, el cajón de Nono Carmona y las palmas de Galanes, Piripi y el mismo Guadiana hacen de la música —ya española, ya india— éxtasis y comunión, una de esas razones por las que merece la pena vivir. Solo queda entonces que la visión occidental de Yerbagüena arriba comentada eche el cerrojo y nos despida de un disco único y excelente (o viceversa) registrado entre Madrid, Barcelona y Bangalore, certificando así su carácter cosmopolita.
No tengo este disco (te lo pido ya) y por lo que cuentas tiene pintaza. Esa unión de dos mundos y dos conceptos distintos debió ser brutal.
ResponderEliminarAbrazos.
En cuanto pueda te lo paso, Savoy.
ResponderEliminarun abrazo.
Solo conozco de Pepe Habichuela su "Habichuela en rama", publicado en el 97 por Nuevos Medios (el gran Mario Pacheco estaba en todos los buenos saraos...)Muy interesante el trabajo que comentas. La mezcla de los palos e instrumentación tradicionales flamencos con sonidos orientales debe producir un buen curry. Queda apuntado.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
No he escuchado el disco que mecionas, Javier. Mario Pacheco es un tipo al que le debemos mucho. Seguro que tú le sabes sacar mucha miga a "Yerbagüena".
ResponderEliminarAbrazos.