lunes, 15 de abril de 2019

Roma, México


El cine que hace bandera de la observación minuciosa, detenida y dilatada —el cine lento— siempre me ha fascinado y emocionado. Antonioni, Dreyer, Tarkovski, Angelopoulos, Hou Hsiao-Hsien, Erice o Guerin son directores absolutamente favoritos para un servidor, creadores de un celuloide donde el ruido de una pelota, un rayo de sol, la quietud del sueño o un leve movimiento tienen un peso sensorial extraordinario. Imagen y sonido se funden para ser tiempo y huir de las convenciones narrativas y la concepción del séptimo arte como una industria de fugaz entretenimiento.

 

Es en esta tradición donde incluyo Roma (2018), delicada e intimista recreación de la infancia de Alfonso Cuarón en la Colonia Roma de la capital de México. No había visto ninguna película de Cuarón cuando me enfrenté a ella, ni siquiera la famosa Gravity (2013), protagonizada por Sandra Bullock y George Clooney; por la tanto, mi conocimiento de la obra del realizador mexicano se reduce a este su último largometraje al escribir sobre él. Durante dos horas y cuarto se narra la historia de una familia de la burguesía a principios de los años setenta, un padre y una madre en pleno proceso de ruptura, cuatro hijos, dos criadas y la abuela materna. Rodada en blanco y negro y distantes y largos planos, la cinta tiene como trama principal la relación de una de las empleadas del hogar, Cleo, con su novio (Fermín) y todo lo que de ella deviene. La infidelidad, el machismo y el abandono rasan a la señora de la casa y a la indígena que trabaja para ella, el patriarcado se hace evidente a través de unas imágenes cargadas de poesía cuya belleza no elude el conflicto sino que lo retrata con la máxima ecuanimidad. La cámara explora el contorno para que sea el espectador quien llegue a conclusiones sin que haga falta cebarse en el dolor ni acercarse a él en primer plano, ahí donde la excusa del realismo viene a justificar el morbo decadente. El retrato de la cotidianidad que hace Cuarón es bellísimo, y aunque se atienda principalmente a conflictos individuales y familiares lo público también se cuela en el relato, como cuando Cleo va a buscar a Fermín en una exhibición multitudinaria de artes marciales o cuando, poco después, en una perfecta imbricación de la anécdota particular con la violencia política global auspiciada por el imperialismo estadounidense, se revive la famosa matanza de estudiantes de junio de 1971 en Ciudad de México.


Si el conjunto es de una coherencia estilística sobresaliente, hay dos escenas que se han mantenido prominentemente en mi recuerdo. Una es un plano fijo durante la proyección de una película en el cine donde Cleo dice a Fermín que está embarazada; la otra, el trávelin de ida y vuelta que ejerce de vector en los movimientos de Cleo para, sin saber nadar, salvar a dos de los niños de ahogarse en el mar. Emocionalmente fortísima, la escena sirve como explosión de todas las tensiones vividas justo antes del final, cuando hay que asumir la ausencia del padre para instalarse en una nueva normalidad y seguir adelante.


Trasunto en la pantalla de Liboria Rodríguez, niñera de Alfonso Cuarón a la que se dedica Roma, Yalitza Aparicio interpreta magistralmente a Cleo a pesar de no tener experiencia previa alguna en la materia o precisamente por ello, pues ya se sabe de tanto actor consagrado que lleva al cine su bagaje teatral y se carga mediante sobreactuación la credibilidad del personaje al que da vida. Si a ello añadimos que el resto del plantel también borda sus papeles, las mencionadas puesta en escena y fotografía en blanco y negro y la ausencia de música, tenemos un trabajo excelente de principio a fin, sin altibajos o exabruptos que lo empañen o manchen su tono contenido. Aunque lo distribuya Netflix y el visionado televisivo se imponga desde un principio al de la gran pantalla.

6 comentarios:

  1. la comencé a ver y no la terminé. Creo que soy yo que no estaba en un día muy dispuesto a esa visión lenta. Espero retomarla entonces.

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  2. Joer, quería verla. Ahora más. Abrazos.

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  3. A mí me enganchó desde el primer momento, JLO, con la criada baldeando el suelo de la casa. Una maravilla.

    Te la recomiendo vivamente, Juanjo, a ver qué te parece.

    Abrazos.

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  4. La tengo pendiente, me da mucha pereza el cine actual, tiro cada vez más de filmoteca. Pero le daré un vistazo.
    Abrazos.

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  5. Lo tengo complicado, no tengo (ni pienso tener) Netflix. Espero que la próxima vez que nos veamos y hablemos de cine la haya visto, no se donde, o la haya soñado, mejor aun.
    Abrazos,
    JdG

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  6. Suma a esta "Roma" "El viajante" (Asghar Farhadi), "El otro lado de la esperanza" (Aki Kaurismäki), "Comanchería" (David Mackenzie), "Tres anuncios en las afueras" (Martin McDonagh) o "Happy End" (Michael Haneke), y verás cómo todavía se hace cine de categoría. Quizá sean islas, eso sí, Addi.

    Pues a ver si la emiten en algún canal en la que la puedes ver, Javier. La recomendación yo te la hago. En Netflix, por otro lado, hay mucha morralla, no te pierdes mucho.

    Abrazos.

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