jueves, 25 de abril de 2019
The Avant-Garde
Se había grabado en el verano de 1960, pero no fue hasta seis años después que Atlantic decidía publicarlo. Y es justo al principio de la década donde se entiende correctamente el álbum. En compañía de uno de los socios más ilustres de Ornette Coleman —Don Cherry—, John Coltrane rinde homenaje a su admirado saxofonista en el momento mismo en que éste está cambiando el rostro del jazz. Meses antes de que Coleman registre el esencial Free Jazz, The Avant-Garde recoge literalmente las enseñanzas del autor de Change Of The Century que le llevarán a tamaño tour de force artístico. Y digo literalmente porque, además de Cherry, los otros dos miembros del cuarteto de Coleman colaboran en el elepé: Ed Blackwell (batería) y Charlie Haden (contrabajo); tres de las cinco composiciones son del propio Coleman (Focus On Sanity, The Blessing y The Invisible) y una de Cherry (Cherryco); y el sonido remite sin ambages al horneado en plásticos como Tomorrow Is The Question! y The Shape Of Jazz To Come. Que Percy Heath sustituya a Haden en tres ocasiones y que el último tema sea de Thelonious Monk (Bemsha Swing) no altera la literalidad: lo hace Coltrane sin quererlo mediante su avasalladora presencia. Escribir un guion de una obra en la que va a participar el creador de A Love Supreme y Ascension —hijo pródigo, por cierto, de Free Jazz y del free jazz— es saber que éste lo va a modificar desde el momento en que una nota salga de su saxo tenor (y soprano en este caso). Siendo notables las ejecuciones rítmicas de los dos contrabajistas mencionados y los solos de Cherry, la auténtica fuerza motriz de la vanguardia que anuncia el elepé está en dichos saxos y la batería de Blackwell. Si en la primera mitad solo sopla Coltrane el tenor, en la segunda se atreve también con el soprano que le acaba de regalar Miles Davis. The Blessing, primera grabación con este instrumento de Trane, es una muestra de su desparpajo para manejarlo, acercándose al timbre del saxo alto de Coleman. Además, el solo de Blackwell situado en la parte final, y cuyo núcleo está hecho de timbales y bombo, es uno de los momentos más excitantes de un trabajo, The Avant-Garde, que, sin poder codearse junto a las obras maestras citadas de Ornette Coleman o John Coltrane, merece el máximo respeto, y del que se puede extraer mucho jugo. Anímense a extraerlo profanos y coltranianos desconocedores del disco.
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Lo haré, como profano del disco. Siento no haber acudido
ResponderEliminarla presentación del libro. Ahora mismo con Ash Ra Tempel, y caerá algo de Coltrane después.
Abrazos,
Te veo en modo kraut, que es el primo rock del free jazz. Un disco muy interesante, Javier, cátalo si puedes y me dice si opinas como yo. Se te echó de menos en la presentación de "Canciones de cuna y de rabia".
ResponderEliminarUn abrazo.
Me econtraba por supuesto entre los desconocedores del disco.
ResponderEliminarMe ha costado encontrar el disco en el streaming habitual. Al final dentro de unas obras del sello Atlantic.
Me ha gustado un tono bebop que rezuma en la ritmica mientras estos John y Don no paran.
Tienes razón en el tono bebop de la base rítmica, de hecho el sonido free de Coleman, aunque muy personal, es hijo de Parker, Monk, Roach y compañía.
ResponderEliminarUn saludo, Luis.