Sigue amamantando vástagos el high energy rock and roll ideado y patentado en Detroit la segunda mitad de la década de 1960. Que se lo digan si no a estas fieras de New Haven que responden al nombre de Killer Kin y en cuyo ideario dominan Stooges, MC5 y Motörhead. También hallamos ecos de Bored! y AC/DC en el trallazo que encabeza este single de 2024 y procedencia neerlandesa, un Point Blank que hace honor a su título y en el que manda el salvajismo del cantante Mattie Lea (alaridos heredados de Iggy Pop incluidos). La cara B la ocupa un tema del primer y homónimo elepé del grupo, composición propia y no versión de la canción de Pop situada en Soldier como podría pensarse al llamarse Mr. Dynamite. No menos potente que Point Blank, sí algo más breve, el bajo que lo abre trae inmediatamente a la cabeza a las mentadas huestes de Lemmy, pero el conjunto a mí me recuerda a los colosales Powder Monkeys, emparentados con los asimismo nombrados y asimismo australianos autores de Negative Waves. Nada raro si hablamos del rock crudo y visceral practicado por Killer Kin.
lunes, 24 de noviembre de 2025
jueves, 20 de noviembre de 2025
Love It To Death
Tetralogías sobresalientes se las podemos arrancar a los Stones, a la Velvet, a la Creedence, a los Byrds, a Led Zeppelin, a AC/DC, a Black Sabbath, a los Beach Boys, a los Beatles… Y en la misma medida a Alice Cooper, que entre 1971 y 1973 graba cuatro elepés que son cumbre de la historia del rock, muestran una creatividad y originalidad realmente desbordantes y se sitúan a la altura de los creados por los grandes renovadores de la música del diablo en Detroit (MC5, Stooges y Funkadelic) precisamente por tener un discurso propio y no seguir reglas ajenas.
El tercer elepé del grupo da un giro a su carrera de la mano de quien se convertirá en mítico productor pero a la sazón es el joven y desconocido canadiense Bob Ezrin. La primera cara abre con tres himnos consecutivos de tres minutos cada uno: Caught In A Dream y su rock stoniano, la inmarcesible descripción de la angustia adolescente que es I'm Eighteen (una canción que nunca deja de estremecerme y emocionarme) y el garage rock de Long Way To Go, cuyo transcurrir anuda la potencia con el matiz circense que tanto trabajará la banda. Black Juju completa la primera mitad sumando en su duración la de los tres temas que le han antecedido, o nueve minutos de psicodelia concupiscente que adopta diversas formas entre la calma y la distorsión y cuenta con un espléndido solo de guitarra de Glen Buxton en su tramo final.
Versionada en los noventa por Asteroid B-612 o Sonic Youth, Is It My Body es una canción peculiar que no deja de ser un corte de dos minutos y medios de garage pero cuya estructura, ya desde su introducción, no es común. Hallowed Be My Name no queda lejos de Long Way To Go y precede a la trilogía que —yuxtaponiéndose sin solución de continuidad— va culminar el álbum de una manera sorprendente. La épica religiosa de Second Coming une sus postreras notas de piano a las de la apertura de Ballad Of Dwight Fry junto con la voz de una niña que pregunta a su madre por su padre, estremecedor viaje a la locura de extraordinaria y progresiva musicalidad que a su vez se funde con la lectura del Sun Arise de Rolf Harris, cuya felicidad ejerce de contraste inequívoco para decir adiós a Love It To Death. Los cinco melenudos que nos observan en la contraportada sumarían Killer, School's Out y Billion Dollar Babies para colocarse en un lugar privilegiado del que ya nadie podrá sacarles. El que ocupa Alice Cooper; el grupo, no el cantante.
lunes, 17 de noviembre de 2025
Siroco
"Notamos la influencia que sobre el guitarrista de Algeciras han tenido los músicos de jazz con los que se relacionó en los años anteriores, conservando sin embargo toda la esencia flamenca", escribe Faustino Núñez en las notas que acompañan a Siroco (1987). Lo hace para explicar el segundo tema del disco, una rondeña que Paco de Lucía dedica a su hijo, a Mi niño Curro. El músico andaluz ha absorbido aquí y allí, cierto, no ha cerrado a nada sus oídos, pero es flamenco lo que toca, lo que expresa su guitarra, seis cuerdas absolutamente sublimes en los ocho temas que conforman el álbum que hoy comentamos. Antes de Mi niño Curro ha sonado La cañada, abriendo por tangos De Lucía en compañía de Rubem Dantas al cajón y a la guitarra. La Barrosa y sus alegrías surgen de la playa chiclanera, potenciando las figuras melódicas y armónicas del autor de Fuente y caudal el taconeo de Juan Ramírez. Irrumpe la rumba mediante Caña de azúcar, acompañado Paco de Lucía por las palmas de su hermano Pepe y la segunda guitarra de José María Bandera. Palmas, jaleos y taconeo caminan junto con la guitarra en El pañuelo, que desarrolla unas espléndidas bulerías. Callejón del Muro es una minera done técnica y emoción llegan de la mano a la cima flamenca. Con los tanguillos para su hija Casilda, Paco de Lucía va finalizando el elepé, que concluye homenajeando a Manuel Serrapí, el guitarrista sevillano, mediante una soleá extraordinaria titulada, cómo no, Gloria al Niño Ricardo. Solo con Luzia en la década posterior igualará (o superará) Paco de Lucía los logros de este magistral Siroco, un trabajo perfecto que conculca cualquier división plausible aun en lo taxonómico entre arte culto y popular, pues aquí lo popular deviene culto y lo culto se rinde a lo popular.
jueves, 13 de noviembre de 2025
The Cat Walk
Frente a nombres habituales en sus grabaciones de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo XX (Pepper Adams y Duke Pearson), llama la atención el de Philly Joe Jones, cuya batería solo suena en un elepé de Donald Byrd, el que sale de la sesión de 2 de mayo de 1961 en el estudio de Rudy Van Gelder que nutre The Cat Walk. Y la llama de verdad y desde el principio. La potencia de su baquetas y su peculiar sentido del swing se apropia de Say You're Mine, colándose todas y cada una de sus matizaciones —sin que el ritmo o el tempo de la pieza se esfumen— en los solos que suman, por este orden y muy brillantes, Byrd, Adams y Pearson. Duke's Mixture combina aires de jump blues y fanfarria en un corte bastante estentóreo en el que trompeta, saxo barítono y piano vuelven a improvisar en ese orden, Jones no deja de noquear al personal y el contrabajo del olvidadísimo Laymon Jackson se hace notar.
Si Duke Pearson ha compuesto los dos primeros temas, en el tercero se deja ayudar por Donald Byrd, un Each Time I Think Of You en el que, paradójicamente, el solo de Adams se impone por situación ordinal y cualitativa a los del trompetista y pianista, y Philly Joe Jones realiza dos pequeñas improvisaciones. The Cat Walk es la única composición de Byrd en solitario, siguiendo su alegre y vacilón motivo el de los andares del gato, o eso deducimos del título, y despuntando los tremendos breaks de Jones entre las intervenciones estupendas de Byrd, Adams y Pearson, en especial la de este último. Más aún descuella el genial baterista en ese huracán que es la adaptación del Cute de Neal Hefti, donde sí o sí el swing y el bebop son gobernados por Jones, quien, además, aporta un solo que es pura tensión dinámica. El sexto y último tema del álbum lo trae Pearson, un Hello Bright Sunflower que mantiene el espíritu hard bop del plástico con los diferentes apuntes estilísticos comentados, regalando al oyente nuevas y deliciosas improvisaciones de Donald Byrd, Philly Joe Jones, Duke Pearson y Pepper Adams. La elegancia del líder del quinteto apoyado en el Jaguar de la portada —como bien sabe mi querido amigo Javier de Gregorio— es correspondida por las notas musicales que contiene y sostienen The Cat Walk.
lunes, 10 de noviembre de 2025
Tema y variaciones para violín y piano
Escrita para Claire Delbos en el mismo año en que se casa con la violinista, 1932, esta obra de un tema y cinco variaciones de brevedad weberniana es una mera anécdota, un divertimento familiar, en comparación con obras maestras que Olivier Messiaen compondrá en el futuro como el Cuarteto para el fin de los tiempos o el Catalogue d'oieseaux; pero no por ello Tema y variaciones para violín y piano es desdeñable. No llegan a los ochos en minutos el total de seis movimientos en la versión que comento, Gidon Kremer al violín, Martha Argerich al piano modificando el sexo de los intérpretes que originalmente tenía Messiaen en mente: su mujer y él mismo. El letón y la argentina ponen en escena con una categoría incuestionable la partitura francesa, calidad técnica que expone como debe ser la musicalidad del autor y su peculiar lirismo, que aquí todavía alude a formas clásicas aun introduciendo disonancias y armonías de aroma vanguardista. No abandonará nunca del todo su mirada a la tradición, ni llegará a negarla como Xenakis o Cage, cierto, pero su trabajo conocerá una radicalidad mucho mayor que la de esta hermosa composición de juventud que hoy hemos querido divulgar.
jueves, 6 de noviembre de 2025
Se publica "Extensión y furia del relámpago", mi cuarto libro
Tras dos novelas —Madrid 3 (2004) y En los antípodas del día (2012)— y un libro de relatos —La figura de cartón (2019)—, llega mi cuarto libro y primero de poesía: Extensión y furia del relámpago. Si el tercero llevaba como subtítulo Relatos de juventud, dolor y violencia, este poemario no abandona el tono duro y oscuro de "una obra fundamentalmente dramática", como se dice en la contraportada. Antes de que Libros Indie me diera el visto y bueno y decidiera publicarlo, el libro, compuesto por poemas escritos entre 2006 y 2023, tenía otra estructura y había sido rechazado por alguna editorial. El caso es que decidí modificarla, aunque manteniendo los mismos poemas, y lo envié a Libros Indie, que, debido a mi decisión o no, aceptó mi propuesta. El poemario se divide en seis bloques de diferente extensión:
- Aforismos, observaciones y consideraciones
- Amor
- Arte
- Política
- Infancia
- Relámpago,
y aunque es posible que alguno de los poemas pudiera estar en un bloque distinto, creo que la división definitiva y las inclusiones respectivas funcionan bien y son positivas para el conjunto. Espero que disfrutéis mucho de Extensión y furia del relámpago. (Pinchando el título os enlaza con la web de la editorial para comprarlo.)
lunes, 3 de noviembre de 2025
Rock'n roll mama, Miéntelas
El rock and roll hecho en España y cantado en castellano difícilmente pueden tener mejor representación que este single de 1978 cuyas dos canciones también formaban parte del soberbio primer elepé de Burning, Madrid. Vía Little Richard, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, los Stones, Lou Reed o los New York Dolls, los de La Elipa escenifican su versión cheli de la música del diablo en Rock'n roll mama y Miéntelas, letras macarras y falocráticas no exentas de ironía e indiscutible solvencia instrumental —base rítmica, guitarra y teclas— que en el segundo corte se revela especialmente creativa y carismática, para mí uno de los grandes temas de los autores de El fin de la década. No es solo rock and roll, no, es un música espléndida y excitante que pocas veces se ha hecho tan bien por aquí, por mucho sonrojo que nos provoque escuchar en pleno siglo XXI eso de: "Miéntelas, miéntelas, ellas te prefieren así"… El modelo anglosajón no era mejor.
jueves, 30 de octubre de 2025
Let's Have A Party, Cool Love
Si la entrada anterior la dedicábamos a un single de Buddy Holly, ésta nos sirve para reivindicar a una mujer que también practicó (y muy bien) el rock and roll en sus inicios en un mundo dominado por los hombres (machos alfa muchos de ellos). Let´s Have A Party, ya grabada por Elvis Presley, y Cool Love forman el sencillo de 1960 que hoy traemos aquí, canciones registradas en 1958 y 57 respectivamente y perfectas para la celebración que nos propone la primera. Siendo ambas ejemplo de seminal música del diablo y siendo ambas adorables, destaco la segunda por sus coros doo-wop y por la pureza de los solos de guitarra (J.W. Marshall) y piano (Merrill Moore). Pero, vamos, que es mejor disfrutar de las dos, de la fiesta, del amor y del rock and roll con Wanda Jackson.
lunes, 27 de octubre de 2025
Love Me, Blue Days-Black Nights
Por mucho que Buddy Holly no quedara satisfecho con sus primerísimas grabaciones para Decca, escuchar setenta años después el single con el que debutaba en 1956 es degustar el rockabilly seminal que Elvis, Carl Perkins, Gene Vincent, Johnny Burnette y el propio Holly están dejando registrado para la eternidad. Love Me son dos minutos canónicos compuestos por Holly y Sue Parrish que siguen sonando con la autenticidad naíf del pionero y la frescura de un tiempo en que todo empezaba. Algo inferior es la cara B del plástico, una Blue Days-Black Nights escrita por Ben Hall que se escucha con gusto pero no tiene la enjundia de su compañera. Sea como fuere, un sencillo histórico de un artista que vivió muy poco pero dejó una obra imprescindible.
jueves, 23 de octubre de 2025
The Best Of The Hard-Ons
Aunque deje elementos fuera, la descripción que un usuario de Amazon (R. Berahovich) da de la música de los Hard-Ons no se aleja de la realidad y explicita la extraña aleación que informa la (aplastante) música del grupo australiano: "Mezcla los Ramones con Jimi Hendrix con Abba". The Best Of The Hard-Ons (1999) es un recopilatorio (veinticuatro canciones en el compacto que yo tengo, pero las hay más amplias tanto en CD como en vinilo) que repasa la primera etapa de la banda (la segunda va de 2000 y This Terrible Place hasta nuestros días y es igual de obligatoria) y corrobora una fusión estilística que desemboca en un sonido intransferible y visceral. Abriendo con una Small Talk —híbrido de metal y hardcore a la altura de los autores de Too Far Gone— registrada específicamente para el álbum, el disco reúne colosales himnos de inmediatez punk (Something About You, Where Did She Come From, Missing You Missing Me, Girl In The Sweater, There Was A Time, Don't Wanna See You Cry…) regados con breves pero exactos solos de Blackie; saltos al vacío en los que el hardcore y el heavy metal acaban rindiéndose al motorik en esas expediciones a las que solo se aventuran los Hard-Ons (She's A Dish, Suck 'N' Swallow en vivo, Wishing Well); conjunciones de hardcore y metal precedentes de la citada Small Talk: It's Up To Me o Busted, flirteando este última casi, casi con el grindcore, e incluso un tema —Lose It— que empieza como balada acústica y a mitad de camino se convierte al medio tiempo con origen en Black Sabbath. Un resumen de elepés, epés y singles que —por supuesto— tienen mucho más pero que es una buena muestra del itinerario abierto y seguido por estos maravillosos chiflados en las décadas de 1980 y 1990.
lunes, 20 de octubre de 2025
Chore Of Enchantment
El cuarto de siglo que ha cumplido Chore Of Enchantment (2000) este año ha confirmado su extraordinaria categoría. Grabado en tres ciudades diferentes con un productor en cada una (Tucson, John Parish; Memphis, Jim Dickinson; Nueva York, Kevin Salem) y diferentes músicos que hacen aportaciones puntuales, incluidos los tres productores, el disco rehúye taxonomías exactas durante su hora de duración, haciendo Joey Burns, John Convertino y Howe Gelb de las canciones de este último un camino de exploración y diversificación reluctante al oyente simplón o de patrones fijos.
El sintetizador simulando las cuerdas de una pieza de cámara en la breve Overture nos introduce en el álbum antes de que (Well) Dusted (For The Millenium) desarrolle su folk rock alucinógeno en el que Burns aporta un chelo distintivo, entre otras cosas porque dicho instrumento no volverá a aparecer. Punishing Sun no sale del terreno folk rock aunque resulte más austera e intimista. X-tra Wide se decanta por una suerte de lounge que se endurece en su estribillo, mientras que 1972 es una miniatura high energy que juega al contraste radical. Funk deconstruido (o pervertido), el de Temptation Of Egg bien podría haber salido de la mente de Ry Cooder. Raw es una balada inmensa en la que hay ecos de Tom Waits aun imponiéndose la personalidad de Gelb y Giant Sand. La electrónica, el hip-hop y el country informan Wolfy sin dejar cerrada la descripción de tan ecléctica y personal canción. Shiver recupera parte de la inclinación lounge de X-tra Wide (no es ajeno a ello que Rob Arthur repita: órgano aquí, mellotron allá) si bien sumando un poso country. El ruido del agua de la fuente del Ardent Studio en Memphis acompaña al trío recogido y semiacústico interpretando Dirty From The Rain. Astonished (In Memphis) y su soul lento escuela Chris Isaak supone uno de los momentos más intensos del trabajo, seguido de un fragmento no anunciado de la famosa romanza de Donizetti Una furtiva lágrima (que volveremos a mencionar y explicar el porqué de su aparición). Aunque ya la haya tocado en Shiver, destacamos en No Reply —entre el country rock y el soul progresivo— la fantástica steel guitar de David Mansfield, además del mellotron de Gelb y el órgano, de nuevo, de Arthur. Vuelve a sonar muy breve e inopinadamente la música de Donizetti para dar paso al mazazo rock que es Satellite, cerca de siete minutos impetuosos que liberan energía, se suavizan en su último tramo y llegan a incluir uno loop de Yes. Bottom Line es la segunda balada del disco, liderada por el piano de Howe Gelb, pequeño solo jazzístico incluido. Edificando su folk rock somnoliento, Way To End The Day nos lleva al final de la función…
… Y es ahora cuando aparece la explicación prometida y nos despedimos: Shrine recoge a Rainer Jaromir Ptacek tocando la slide guitar durante un minuto antes de que, por tercera vez, escuchemos a Donizetti y su aria de El elixir del amor, una de las óperas favoritas de Ptacek, como se explica en los créditos de Chore Of Enchantment. Un álbum excepcional "Dedicado con Amor Enorme al Gran Intérprete de Slide y Virtuoso Ser Humano RAINER JAROMIR PTACEK 1951-1997".
jueves, 16 de octubre de 2025
Message
A pesar de que el único cambio en la formación que graba el tercer y homónimo plástico de Message de 1975 es el de Günther Klinger por Manfred von Bohr a las baquetas, el rock pesado y psicodélico de From Books And Dreams muta en Message en uno que, sin abandonar tendencias hard y progresivas, se hace más accesible o comercial. Cierto que la macabra portada del segundo elepé del grupo germano-británico ha sido sustituida por una foto borrosa pero nada amenazante del cuarteto y que, aun teniendo tres temas más que su antecesor, Message dura menos; es decir, que ya se nos avisa antes de que la música empiece a sonar de que en ella puede haber novedades.
Before The Dawn es un corte potente de rock claramente setentero y muy melódico cuyo componente pop se hace progresivo a partir del movimiento orquestal que se adueña de la canción en su segunda mitad. Thoughts es en conjunto más contundente, miscelánea de funk, hard y progresivo realmente inspirada en la que las guitarras de Alan Murdoch, el saxo (y la voz) de Tom McGuigan y la base rítmica de Von Bohr y Horst Stachelhaus suenan sin fisuras. Si Is That The Way empieza siendo una balada, acaba acercándose al jazz (solo de McGuigan gobernando) y viajando a terrenos de suavidad lisérgica. Que el animado funk rock de I Can See The World, con coros femeninos en su pasaje final, traiga a la cabeza de alguien a los Red Hot Chili Peppers de Californication, por ejemplo, no significa que se haya vuelto loco aunque estemos en 1975. Waters podría descender, sin embargo, de los King Crimson más fornidos, ejercicio de rock progresivo sin ambages que triunfa especialmente gracias a los solos consecutivos y superlativos de McGuigan y Murdoch. Curiosamente, Horrorscope me recuerda a los autores de Red pero en su segundo periodo, el que encabeza Discipline en los años ochenta, giro estilístico hacia el funk progresivo y humorístico en el que Von Bohr añade percusiones. Back Home tiene también elementos funk (la guitarra rítmica, el bajo y la batería) conviviendo con otros de rock duro y progresivo que la hacen comparable a Thoughts. Train To Nowhere despide la función con una nueva ración de funk rock, si bien ésta más acelerada y frenética. La octava canción de un trabajo muy notable en el que Message buscaba nuevas formas de expresión y al que el tiempo no ha quitado lustre.
lunes, 13 de octubre de 2025
Back To The Ground
Primero como álbum digital en octubre de 2024 y luego en formato físico a principios de 2025, Javi Taylor (Javi Torreira Briceño para los amigos), activista musical y responsable de Rock Bottom Magazine, nos sorprendía con un disco llamado Back To The Ground en el que se encarga de casi todo (componer, cantar, tocar guitarras, bajo y armónica) y lo hace realmente bien. No llega a ser el factótum porque de las baterías se ocupa Dolphin Riot, hay colaboraciones puntuales y Juanjo Mellado firma el diseño gráfico del CD, aunque sobre una idea definida por el propio Taylor.
El folk desértico e instrumental de la pieza que encabeza y nombra el trabajo anuncia el tono que va a seguir y sirve de introducción perfecta. No hay que esperar a que llegue la primera colaboración, pues el folk rock de My God cuenta con el bajo y los teclados de Guillermo Sánchez de Cos Suárez —productor del disco junto con el mencionado Riot, que no se nos olvide— para hacerlo más hermoso. Little Kid añade épica, suma algo de electricidad en su parte final y deja ver la influencia grunge que planea sobre las canciones, influencia que podemos acotar si citamos a Mark Lanegan y los Screaming Trees tras disfrutar de la calma tensa de No More Lies. Las (hendrixianas) guitarras desatadas y las marcadas percusiones de Make It Go Away enriquecen su base folk, pues de ahí no se mueve su autor. La luz es el único tema en castellano, híbrido de Bunbury y Tom Waits y ecos flamencos en el que encontramos la guitarra del gran Andrés Herrera o Pájaro para fortuna (diferenciadora) del corte. Angel In My Soul se desliza a terrenos country e incluso bluegrass ayudada por el violín de Martín León y la armónica de Taylor. Rompe el tono la contundencia stoner de Get Out (Queens Of The Stone Age o los citados Trees en el objetivo) antes de que una versión bien sobria del Ugly Sunday de Lanegan (todo queda en casa) cierre Back To The Ground acentuando la austeridad folk que lo informa. Solo falta señalar al lector que, además de sus bondades musicales, las letras sentidas y personales de Javi Taylor hacen aún más completo un álbum muy recomendable que era necesario sacar de un carácter minoritario al que la humildad de su creador no es ajena.
jueves, 9 de octubre de 2025
Through The Mysts Of Time. Rarities 1978-1981
En palabras robadas a su contraportada, Through The Mysts Of Time. Rarities 1978-1981 recopila "demos raras, descartes de estudio y versiones alternativas de los clásicos de Barracudas de la época de los elepés Drop Out y Meantime", es decir de los primeros tiempos del grupo, sus dos primeros álbumes y el single con el que debutó, compuesto por I Want My Woody Back y Subway Surfin'. Con mejor o peor sonido por su propia naturaleza, los veinticinco temas de este CD publicado en 1998, ocho de ellos presentados como bonus, nos hablan de una banda, los Barracudas, mezclando surf, pop y punk en canciones que son pura felicidad como las que acabarán en su Drop Out (His Last Summer, Summer Fun, (I Wish It Could Be) 1965 Again, Don't Let Go, Campus Tramp), por un lado, y añadiendo elementos de power pop, garage, folk rock e incluso post punk en composiciones que irán a parar a Meantime (Grammar Of Misery, Ballad Of A Liar, Bad News) o The Garbage Dumb Tapes (las tres de Meantine más On A Sunday y Shades Of Today), por otro. Un grupo, el inglés, que evolucionaba sin perder su inmediatez y que para mí siempre será sinónimo de alegría y juventud. Aquí con una serie de rarezas que atraviesan "los misterios del tiempo". Lo dice su título, no me lo invento yo.
lunes, 6 de octubre de 2025
Crossings
Segundo plástico del periodo Mwandishi y último para Warner, Crossings extiende los hallazgos vanguardistas de su predecesor con el mismo sexteto, es decir, Herbie Hancock, Billy Hart, Buster Williams, Julian Priester, Bennie Maupin y Eddie Henderson con sus respetivos nombres suajilis. De febrero de 1972 llegan los tres temas que conforman el elepé. Sleeping Giant, el primero, abre con las percusiones como protagonistas, cuyo carácter tribal domina el corte hasta que el teclado de Hancock empieza a improvisar. Jazz eléctrico de dinámica funk, el que el autor de Speak Like A Child edifica aquí con su grupo sufre diversas mutaciones, y en sus veinticinco minutos tiene tiempo para construir diversos pasajes en los que la atonalidad free se yuxtapone al jazz rock (y viceversa) o la abstracción minimalista da paso al groove bailable, siempre heterodoxo, mutante y asentado en el camino abierto por Miles Davis a finales de los sesenta (e incluso antes) con ayuda, claro, del propio Hancock. Ya en su último tramo, hay que señalarlo, destaca por su contundencia la intervención de Bennie Maupin y su saxo soprano.
Si Sleeping Giant ha sido escrita por Herbie Hancock, es el citado Maupin el compositor de los otros dos temas. Quasar es una pieza absolutamente libre que introduce en sus masas sonoras de filiación disonante segmentos de bossa nova y mambo suficientemente deconstruidos para que su mención pueda ser meramente simbólica. Water Torture mantiene la apuesta futurista para completar el álbum, la extraordinaria coalición del rupturismo culto europeo, el lenguaje improvisado de la música jazz y los ritmos populares llevados por los esclavos negros a Estados Unidos y adaptados a la particular (y multiforme) idiosincrasia de aquel país. De tan inopinado mejunje (en apariencia) surge la radical belleza de un tema que impulsa a Crossings a un mundo profundamente lisérgico en el que nada queda del hard bop que encumbró artísticamente a Herbie Hancock en la década de 1960. Los riesgos asumidos le situaban en una galaxia de la que el relativamente reciente The Prisoner (e incluso Fat Albert Rotunda) quedaba muy alejado.
jueves, 2 de octubre de 2025
Jack Johnson
"De manera espontánea y sin premeditación alguna." Como dice Ian Carr y corrobora el propio John McLaughlin, el guitarrista se lanzó "a tocar un boogie" aburrido de esperar a que Miles Davis dejara de hablar con Teo Macero en la sala de control del estudio neoyorquino de Columbia. A su lado estaban Steve Grossman (saxo soprano), Herbie Hancock (órgano), Michael Henderson (bajo) y Billy Cobham (batería). "Michael lo pilló", sigue McLaughlin, "Billy añadió una base, y al minuto empezaron a suceder algunas cosas. De pronto vimos que la puerta de la sala de control se abría y que Miles entraba corriendo con su trompeta. La luz roja estaba encendida, el empezó a tocar, y eso fue todo. ¡No era más que un boogie y estábamos improvisando, y ésa es su grabación favorita!"
Es el 7 de abril de 1970, y de esta manera van a surgir los veintisiete minutos de Right Off, una
de las dos piezas que darán forma a Jack Johnson (o A Tribute To Jack Johnson), el elepé más abiertamente rock de Davis, aunque su música no sea rock, y continuación de la revolución iniciada por In A Silent Way y Bitches Brew. Si la electricidad de John McLauglin, escoltada por Henderson y Cobham, ha dominado el tema los dos primeros minutos, las notas del trompetista van a ser protagonistas indiscutibles —lanzadas airadas, incluso frenéticas— durante diez minutos consecutivos. Dará paso entonces a Grossman y, luego, a Hancock para que improvisen poderosamente antes de volver a soplar su trompeta y de que McLaughlin retome sus acordes (tremendos) de rock and roll y rhythm and blues para conducir el tema durante sus últimos tramos.
De similar duración a la de Right Off, Yesternow desarrolla en su primer tercio una música más contenida, suerte de jazz minimalista en el que los silencios son tan importantes como los sonidos. El segundo tercio mantiene la esencia pero suma las intervenciones de McLauglin y las de Grossman, hasta que, de repente, aparecen unos fragmentos de Shhh/Peaceful y, acto seguido, se introduce una porción más funky sacada de una sesión del 18 de febrero en la que, junto con Davis y McLaughlin, Sonny Sharrock aporta su guitarra, Bennie Maupin el clarinete bajo, Chick Corea el piano eléctrico, Dave Holland el bajo y Jack DeJohnette la batería. Los últimos dos minutos adquieren un tono solemne, de vuelta al 7 de abril, en los que la trompeta de Davis ejecuta un pasaje que pareciera salido de Sketches Of Spain antes de que Brock Peters (el Tom Robinson de la mítica Matar a un ruiseñor) encarne a Jack Johnson (el boxeador a quien se rinde homenaje en el documental que da lugar a la música encargada a Miles Davis) y recite solemne: "Soy negro. Nunca me permiten que lo olvide. Sí que soy negro. Nunca les permitiré que lo olviden". La visión vanguardista e iconoclasta de Davis y Macero y la reivindicación antirracista que informan A Tribute To Jack Johnson.
lunes, 29 de septiembre de 2025
High Stone
Lejos de los excesos eléctricos de los ahora redivivos Asteroid B-612, el último disco hasta la fecha de Johnny Casino —grabado en Filadelfia con el soporte de la banda local St. James & The Apostles— se presenta como una (fantástica) colección de canciones de rock clásico, el que se cocina en los años sesenta y setenta del siglo XX.
High Stone (2024) abre mediante un asalto garage/high energy que recuerda los estragos mentales que dejó la pandemia de 2020, llamado, claro, Twenty Twenty. Desparramando su emoción, If We Sow (Love Will Grow) habla de la siembra sentimental que mantiene vivo y hace crecer el amor y cuenta con un extenso solo de guitarra que enardece el tema mientras lo cierra. El aroma psicodélico de Mr Fastgun me trae a la cabeza a Alice Cooper y Blue Öyster Cult, no solo ni exactamente por su sonido fornido y lisérgico sino por la aversión que ambos grupos tenían a las estructuras trilladas. Postcards lleva la primera cara a su final regalándonos una balada tersa en que órgano y teclado tienen un especial protagonismo (y que me recuerda al Sugar Mice de Marillion, coincidencia o casualidad probablemente).
Tras una breve introducción (Plan 9 From Lehigh And Livingston, en la mitad de la primera cara ha habido un pasaje mínimo similar: Greenrock Inner Mind Trip 3), Make Hay While The Sun Shines acciona instrumentalmente la segunda parte del plástico, folk rock vital para afrontar la existencia con optimismo. Anchor sigue sumando composiciones formidables de Casino, aleación aquí de rock y góspel de coros y órgano despampanantes. Love Over Fear se mueve en las coordenadas musicales y líricas de If We Sow (Love Will Grow), emoción y sentimientos a flor de piel, antes de que The Ghost Train culmine el álbum con un tema en el que destacan los solos de guitarra y órgano y la conseguida atmósfera general…
… A lo que hay que sumar, en formato digital, una excepcional y larga versión del Eight Miles High de los Byrds que enlaza con las que el grupo californiano hacía en directo y no con la original en estudio. Sea como fuere, en vinilo o en CD, absolutamente recomendable este High Stone de Johnny Casino, figura referencial del rock australiano. Y universal.
jueves, 25 de septiembre de 2025
That's The Way I Wanna Rock N Roll
La mayor diferencia del segundo single con el primero extraído de Blow Up Your Video en 1988 no radica en su tema titular. No. That's The Way I Wanna Rock N Roll es un himno solvente e incluso agraciado que roquea con similar convicción y clase que Heatseeker y contiene un estribillo contagioso (de donde sale el nombre del elepé) que invita a mandar todo a tomar viento y festejar la vida bajo los acordes y ritmos de la música del diablo. La otra mitad de la galleta se nutre igualmente del álbum, pero Kissin' Dynamite, sin ser una joya, resulta bastante mejor que la mediocre Go Zone —más propia de Bryan Adams que del grupo de los hermanos Young— que acompañaba a Heatseeker. Es lo que hace que el sencillo, valorado en su conjunto, esté por encima del anterior. That's the way we wanna rock and roll!
lunes, 22 de septiembre de 2025
Crackin' Up
Tomando prestado el título del mítico tema de Bo Diddley y anticipando el que será primer corte de Purity Of Essence, Crackin' Up ve la luz nada más arrancar 2010 sola y en formato CD single. Y lo hace avisando de que los Hoodoo Gurus volvían en plena forma. Con una corrosiva letra de Dave Faulkner, más de lo que pueda parecer, sobre las etiquetas que te quieren colgar y los moldes en que te quieren meter quienes viven en la mediocre uniformidad, la canción es igualmente espléndida en lo musical: el riff que la abre infalible, su cadencia imparable, los dos solos de Brad Shepperd, lo conjuntada que suena la banda… Lo que se dice un temazo que liderará un disco muy notable de un grupo que siempre ha dado la talla.
jueves, 18 de septiembre de 2025
Your Mind And We Belong Together
Registrado en enero de 1968, el sencillo que hoy proponemos supone el canto de cisne de la formación clásica de Love, la que viene de publicar el inmarcesible Forever Changes, tercer plástico del grupo californiano y a la altura de cualquiera que imaginen en el podio de la historia del rock. La canción que le da nombre, Your Mind And We Belong Together, practica un garage pop en la línea del debut homónimo de la banda aunque con una estructura más elaborada que culmina en un minuto largo de electricidad hendrixiana de la mano de la guitarra de John Echols. La cara B o Laughing Stock es una pieza dividida en dos mitades, una folk en la que solo una guitarra acústica acompaña a las voces psicodélicas y una rock y acelerada que termina citando a Bo Diddley y jugueteando brevemente con la disonancia. Un single con dos temas que no son Alone Again Or o A House Is Not A Motel, pero sí dignos de Arthur Lee y compañía.
lunes, 15 de septiembre de 2025
1969, Real Cool Time
Aislados en este single de bandera francesa, los dos cortes que lo conforman ayudan a conocer la esencia del sonido de los Stooges más aún que su homónimo debut al completo del mismo año que también los contiene. 1969 y su beat made in Diddley informan de la fecha de publicación y de cómo la banda de los hermanos Asheton deconstruye el rock and roll primitivo para dar con una expresión nueva y salvaje en la que la música del diablo es solo un pretexto —un macguffin genérico— sobre el que buscar una formulación artística propia mediante ritmos tribales, letras orales y saturación eléctrica liderada (y afirmada) por el pedal wah-wah. Real Cool Time abunda en lo dicho por su compañera, sepultando bajo una capa de decibelios cualquier atisbo de diversión melódica y festiva que el rock and roll tuviera en sus inicios (llama que muchos grupos mantendrán viva, por supuesto); sumando solemnidad y abulia juvenil en una ecuación cuyo resultado sigue siendo asombroso por saltarse los códigos sobre los que crece en aras de manejarlos a su manera. Imitadores tendrán miles, Stooges solo hay unos.
jueves, 11 de septiembre de 2025
Birth Of The Cool
Publicado en 1957, Birth Of The Cool recoge grabaciones de 1949 y 1950 de Miles Davis y su noneto, conjunto poco habitual que establece su discurso entre el sonido exuberante de las big bands y el reducido y vanguardista del bebop. El Davis que ha asumido y colaborado en la expansión de la nueva música apadrinado por Charlie Parker plantea en estos doce temas (ocho ya divulgados en un diez pulgadas de 1954, Classics In Jazz, o antes como sencillos) un antecedente de sus elepés orquestales con Gil Evans (Miles Ahead, Porgy And Bess, Sketches Of Spain) y una nueva vía sonora en la que también hay influencias de la orquesta de Claude Thornhill, no en vano varios de los intérpretes que aquí escuchamos, sumando al Evans arreglista, pasaron por ella. Son fijos en los doce cortes Davis y su trompeta, Bill Barber y su tuba, y los saxos alto y barítono de, respectivamente, Lee Konitz y Gerry Mulligan; mientras que trombón, trompa, piano, contrabajo y batería no tiene dueño único, aunque señalemos a riesgo de ser injustos que, uno por instrumento, J.J. Johnson, Gunther Schuller, John Lewis, Al Mckibbon y, sobre todo, Max Roach dejan constancia de sus capacidades técnicas. Los más modernos del lugar a la sazón, todos los nombres citados (más el de Kenny Hagood, que canta en la final Darn That Dream) nos remiten al naciente cool jazz y al rompedor bebop, pero también, y por venir, al hard bop, al jazz modal y al third stream (no solo por su instrumento hemos nombrado a Gunther Schuller), pues lo que en Birth Of The Cool lidera Miles Davis —la figura más importante de la música estadounidense de la segunda mitad del siglo XX que aquí arranca— es presente y futuro, partiendo de su planteamiento orquestal y creciendo con cada una de las improvisaciones.
lunes, 8 de septiembre de 2025
Tangos
Tangos o Tangos por Antonio Bartrina y Malevaje. Cualquier título es válido para el debut de Malevaje, la banda madrileña dedicada a recordarnos, entre otras cosas, que no solo de sonidos anglosajones o desarrollados sobre su base vive la música popular. Y lo hacía en 1985 con la máxima de las ambiciones: un mini elepé de escasos veinte minutos dedicado "A la memoria de Carlos Gardel en el 50 aniversario de su muerte", como consta en la contraportada, mediante siete versiones de otros tantos clásicos cantados por el rey del tango (el Elvis argentino, si se me permite la comparación diacrónica). Desde Confesión hasta A la luz de un candil, Bartrina (voz y guitarra española), Ramón Gades (guitarra electroacústica y piano), Fernando Gilabert (contrabajo y coros), Edi Clavo (escobillas y coros) y Virginia Díez (colaborando con sus castañuelas) actualizan con respeto, cariño y elegancia el fatalismo, la sensualidad y la expresividad rioplatenses puestas en escena por Gardel en la primera mitad del siglo XX. El mismo año en que Gabinete Caligari publica Cuatro Rosas, añadiendo elementos del casticismo español a sus orígenes post punk, inicia Malevaje su viaje al pasado musical sudamericano con sus Tangos para traerlos al presente. No parece casualidad que Edi Clavo se ocupara de la percusión en ambos grupos.
jueves, 4 de septiembre de 2025
La historia del flamenco
A partir de la segunda mitad de la década de 1960, treinta años después de haber dejado España tras el golpe de estado fascista, Sabicas volvió a visitar esporádicamente el país que había abandonado siendo una república y se había convertido en una dictadura salvajemente represora. Obligado por la coyuntura internacional y por sus pactos con Estados Unidos, Franco había abierto la mano teóricamente (otra cosa es lo que sucedía en comisarías y similares lugares de crimen y tortura) y los exiliados regresaban a pisar el suelo que les había visto nacer aunque rojo, amarillo y rojo y sin libertades.
De esas primeras visitas nace La historia del flamenco, plástico doble de 1969 que publica RCA en el que el maestro navarro acompaña a varios cantaores, entre ellos un incipiente Camarón de la Isla, quien aquel año debutaba en solitario de la mano de Paco de Lucía, cuya admiración por Agustín Castellón es de sobra conocida. También escuchamos voces clásicas del cante jondo, como las de Pepe el Culata, Rafael Romero, Juan Cantero o Manuel Soto el Sordera, disfrute asegurado para el amante de género y puerta de entrada nada desdeñable para el lego en materia flamenca que desee iniciarse en ella.
Pero lo que hace aún más atractivo el trabajo es su estructuración, abriéndose cada una de sus cuatro caras con un tema instrumental en el que el mago de Pamplona demuestra su extraordinaria técnica a la guitarra. A través de El Bohío (guajira), Nostalgia gitana (rondeña), Homenaje a Carmen Amaya (garrotín) y Los puertos (seguiriyas), Sabicas ilumina con sus seis cuerdas los respectivos bloques que encabeza antes de dar paso a los diferentes cantaores que cubre y sublima atacando tangos, bulerías, fandangos, malagueñas o alegrías. Porque aquí está, aquí tienen ustedes feliz y exuberante, La historia del flamenco, liderada por "el genio de la guitarra gitana", como le dice Rafael Romero antes de lanzarse por seguiriyas en los Aires primitivos. Una maravilla de principio a fin.
lunes, 1 de septiembre de 2025
Saints & Sinners
Seguía alimentando Johnny Winter su alma rocker en Saints & Sinners (1974), como puede comprobar el aficionado antes de escuchar el disco y ver en su contraportada que entre los temas que ataca, dignifica y revive el autor de Let Me In están Thirty Days, Stray Cat Blues, Riot In Cell Block #9 y Bony Moronie, incombustibles rocanroles —¿hace falta especificarlo, querido lector?— de, respectivamente, Chuck Berry, Rolling Stones, Leiber & Stoller y Larry Williams. También son informadas (y afirmadas) por la música del diablo la inicial y festiva Stone County (sin faltar matices funk, country y góspel) de Richard Supa, Bad Luck Situation y Rollin' 'Cross The Country, la primera de Johnny Winter y la segunda de su hermano Edgar, responsable además de los diferentes tipos de teclado que salpican el álbum y saxos y coros puntuales. Tres cortes más completan el elepé, añadiendo color instrumental (coros, vientos y percusión) y estilos que amplían sus miras: funk y góspel el Blinded By Love de Allen Toussaint; soul sentimental el Hurtin' So Bad del propio Winter y space funk el Feedback On Highway 101, que Van Morrison no llegó a incluir en Hard Nose The Highway. Fantástica versión, la del norirlandés, que cierra un Saints & Sinners de un artista que, defensor acérrimo y exquisito del blues, siempre gustó de visitar otros parajes.
jueves, 31 de julio de 2025
Forbidden Fruit
Liderando el mismo cuarteto que la secunda en los dos espléndidos directos en Newport y el Village Gate —publicados respectivamente antes y después de su tercer disco en estudio—, Nina Simone graba Forbidden Fruit, elepé de 1961 que, sin situar a la altura de Little Girl Blue, Nina Simone Sings The Blues o los dos directos mencionados, es una prueba más de que su discografía está plagada de obras de interés. Si todo el conjunto es apreciable, son las baladas y la solemne forma de afrontarlas de Simone donde el álbum brilla cualitativa y cuantitativamente, pues tanto la lectura de I'll Look Around como la soberbia adaptación del clásico de la canción napolitana Dicintello Vuje (Just Say I Love Him en inglés) son los dos temas más extensos de la función y los dos únicos que sobrepasan los cinco minutos. Las versiones de No Good Man, Where Can I Go Without You y Memphis In June abonan asimismo el terreno sentimental y melancólico aunque de manera más breve. Los otros cinco cortes del disco, hasta llegar a diez, son Rags And Old Iron y Work Song, ambos en el debut de Oscar Brown Jr. del año anterior, si bien el swing del segundo se debe a Nat Adderley, que ya lo había grabado sin la letra que añade Brown para su disco homónimo; Gin House Blues, de Fletcher Henderson y Henry Troy; I Love To Love, de Lennie Hayton y Herbert Baker, y la pieza que cierra y titula Forbidden Fruit, clausura que aúna chachachá, góspel y rock and roll en una mixtura firmada por Brown Jr. que rompe con cualquiera de los registros previos —obvia y especialmente con el amoroso y mayoritario— de un elepé menor de su autora pero igualmente bueno y recomendable.
lunes, 28 de julio de 2025
Which?
Cinco años después de debutar con Never Let Me Go, Jackie Allen grababa en dos jornadas de febrero de 1999 Which?, liderando con su voz un septeto espléndido en el que encontramos nada más y nada menos que a Red Holloway (saxo tenor), Jim Hughart (contrabajo) y Roy McCurdy (batería), aunque Bill Cunliffe (piano y arreglos), Gary Foster (saxo alto) y Bruce Paulson (trombón) sean igual de importantes en la hora larga de jazz vocal que, aun siendo de la vieja escuela, nada tiene de rancio o conservador.
El segundo álbum de la cantante de Wisconsin recoge trece clásicos tratados con elegancia entre cuyos compositores podemos hallar nombres históricos como los de Billy Strayhorn, Horace Silver, Kurt Weill, Billie Holliday, Mal Waldron, Cole Porter o Bobby Troup. Interpretados de tal manera que sea Allen quien domine la función, los temas reciben un sólido tratamiento instrumental que, sin cegar ni negar el protagonismo de las cuerdas vocales, aporta el acompañamiento adecuado en todo momento, ya sea el de la base rítmica o el de los solos que teclas y vientos van dejando, igual de hermosos que contenidos, por el camino.
Además de lucir sus habilidades y su técnica en la ejecución —talento, estudio y trabajo—, Jackie Allen aporta dos piezas compuestas por ella, una tersa In You Go que apuesta por la bossa nova y en la que sobresale el trombón de Paulson y una balada pop, Admit It, en la que el espacio solista es para Foster y su saxo; canciones ambas de correcta escritura pero mejor puesta escena que llevan hasta quince el número total de Which?, colección notable de finales del siglo pasado que ni innova ni busca innovar pero que defiende con clase los códigos de su tradición.



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