lunes, 2 de noviembre de 2015
El ritmo del garage
El tiempo ha convertido el debut de Loquillo y Trogloditas en un clásico del rock español tras serlo de los años ochenta. El ritmo del garage (1983) apela por igual a la música generada en los garajes estadounidenses que porta en su título como al punk, el rockabilly y el pop nuevaolero, pero lleva en sus genes la rabia de una juventud que sigue escupiendo en forma de canción la libertad ahogada durante cuarenta años por un miserable dictador y los cernícalos que le rodeaban.
Catalanes instalados en el Madrid de la Movida que se sienten "por aquellos años como los contemporáneos de los Sex Pistols, los Ramones y todos los grupos de airada protesta contra el sistema adulto", en palabras de Sabino Méndez, Loquillo y los suyos —acompañados por varios de los que son alguien en el rock patrio de entonces— atacan plenos de juventud y convicción, de razón para ellos, una ristra de himnos ya históricos compuestos por un inspiradísimo Méndez. Chulería, desparpajo y ganas de comerse el mundo empapan un sonido energético que confirma y sublima el rock and roll que ya de por sí da forma a las canciones.
Reivindicada con emotividad y orgullo, la música del diablo protagoniza El ritmo del garage ("Porque yo tengo una banda / de Rock 'n' roll"), enriquecida por el inolvidable saxo de Ulises Montero y la voz de Alaska. Boogie-woogie urbano y apocalíptico ("Si hay alguien a la escucha / de mi última emisión / escape mientras pueda / de la radiación"), en Rocker City no es difícil ver el espíritu de Link Wray, Johnny Thunders, Burning o ZZ Top. Me convertí en un hombre-lobo por culpa de Los Rebeldes (otros en chuloputas por la de los Stooges) está interpretada con brío, pero no parece sino un mero borrador de Quiero un camión que mira más aún a los cincuenta. Cadillac solitario, balada esencial del cancionero español, combina las nostalgia amorosa con la mirada mitificada a los Estados Unidos desde "la ladera del Tibidabo". Pégate a mí es pura adrenalina juvenil, el grito del adolescente que se defiende del "mundo" que "está en contra / para intentar hacernos tragar" y "nos puede matar". Un accidente de circulación canta al amigo que "No vio ese camión / le clavó el volante en el corazón", aunque la tristeza no impida concluir que
"Vamos a reír, vamos a olvidar
hoy hay una muerte para celebrar.
Vamos a beber, vamos a llorar
armando la bulla
dentro cualquier bar (sic)".
María es un pegadizo y breve rock and roll travestido de power pop al que sigue Tejanos rellenos, tema que hoy sería tachado de machista y sexista, pero que no pasa de ser una broma en la que volvemos a oír el saxo de Ulises Montero. La anunciada Quiero un camión no necesita de presentación o análisis alguno (¿qué habitante de este país no la ha cantado alguna vez?), si acaso el recuerdo de que la armónica es del mismo Montero y Alaska repite. No surf narra la historia de un tipo que está en la cárcel, y en ella escuchamos los coros gamberros de Poch, Iñaki Fernández y Luis y Fernando Malone. El desencanto con Barcelona ciudad —el que ha mandado a nuestros protagonistas a la capital de España— culmina el elepe en forma de gozoso garage rock galvanizado por saxofón y teclados, guiñando un ojo a ese ritmo al que alude su título. Una manera perfecta de finiquitar lírica y musicalmente el primer paso de una banda que durante la década de 1980 y hasta el abandono de Sabino Méndez producirá material de primer orden, si bien siempre a la sombra de la frescura y la vivacidad de tan notable álbum como el que hoy aquí hemos tratado de glosar.
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Es un gran disco. Lo conservo en vinilo desde casi 30 años. Me gustaba ese punto de inmadurez de aquel Loquillo. Si te soy sincero no te hacía yo de este artista, y no sé por qué. Abrazo.
ResponderEliminarYo tampoco te hacía escuchador del Loco, y tampoco por nada, a mi este sigue siendo mi disco favorito, el más sucio y asfáltico, y no has tratado...has glosaro el disco de forma magistral.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sigue sonando fresco gracias a esa inmadurez, Johnny. Nunca había hablado de Loquillo en el blog, pero escuché mucho su música en mi adolescencia. Sí me gusta, claro.
ResponderEliminarGracias, Addison. También es mi favorito, aunque "Mis problemas con las mujeres" y "Morir en primavera" no estén lejos.
Un abrazo, compañeros.