lunes, 20 de junio de 2016

Loving Michael

Eterna adolescencia
dirigida por el rock and roll
de la que ya nunca saldrás.

Rímel y pintalabios,
melena rubia de locaza,
MC5 y New York Dolls.

Eras mi ídolo
—yo que los detesto—
en mi juventud pamplonesa,
lo sigues siendo
en mi madurez madrileña.

Me enseñaste que podías
perderte en la ciudad,
que nada va bien,
que la vida te mancha.

Supe también a través de ti
de la playa de Malibú,
y que la muerte y la cárcel
eran las únicas alternativas
si no cantabas como Stiv Bators.

Eres Hanoi Rocks,
Jerusalem Slim,
Demolition 23,
Michael Monroe.

Pero, más aún,
eres el que nos hace soñar
con que, de alguna manera,
somos inmortales.

 

4 comentarios:

  1. El poder del rock´n´roll es impresionante. A mí me ha ayudado a ser adulto sin pasar nunca por la madurez.
    Excelente poema.
    Abrazos,
    JdG

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  2. estas con las musas amigo mio, me alegra tu bienestar, te hace escribir aún mejor.
    Con el rock en el corazón se es siempre un poco adolescente.
    Un abrazo.

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  3. Y coincidimos con genio pictórico en la cabecera.
    Salud.

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  4. Gracias, Javier. Hago mía tu reflexión, madurez suele ser sinónimo de rancio y conservador.

    Gracias, Addi. He pasado unos meses difíciles, pero ahora estoy bien. Eso sí, he intentado que el blog no se viera perjudicado. Grande Hopper, creo que mi cabecera va para largo.

    Abrazos.

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