El 11 de septiembre de 1956 ha de ser recordado, en clave jazzística, por ser la fecha en que el genial Art Tatum graba su último elepé. Última, por tanto, de las sesiones que registra bajo la supervisión de Norman Granz, ésta con Ben Webster cuenta con la misma base rítmica (Red Callender y Bill Douglass) que la realizada en compañía de Buddy DeFranco en febrero del mismo año, también será publicada en 1958 y es igualmente imprescindible, pues aun estando el pianista de Toledo en una situación irreversible que le conducirá a la muerte en menos de dos meses su arte no ha cedido un ápice.
Las palabras que utilicé para describir a Tatum en la colaboración con DeFranco en su momento sirven exactamente igual aquí, ya que su estilo labrado a partir del stride y el swing y "ajeno al bebop", sus "continuos y veloces arpegios", se diría que infinitos, y su dominante e invasiva "voracidad melódica" no varían nada en The Art Tatum-Ben Webster Quartet: son los que definen una personalidad a prueba de bombas. Más sobria y cercana al espíritu de las baladas protagonistas del álbum (de su primera cara sobre todo) es la técnica de Ben Webster, cuyo delicioso saxo tenor contrasta con las teclas de Tatum. Nunca ejerce éste como discreta base rítmica que se suma al contrabajo y a la batería cuando le toca improvisar a aquél, sus notas aspiran a monopolizar la función, pero aunque las que toque Webster sean menos no dejan de brillar.
No importa cuál de los siete cortes escojamos, en todos se repiten patrones similares: Art Tatum nos apabulla con su habilidad sin dejar a un lado la emoción; Ben Webster nos embelesa con su sensualidad. "Ningún hombre hizo serias concesiones al otro", comenta Brian Morton cargado de razón, y, sin embargo, el disco funciona magníficamente, la música es espléndida en cualquiera de sus rincones, de All The Things You Are a Where Or When, y que la comande Tatum inevitable e indudablemente no rebaja el enorme talento de Webster, quien llevaba años demostrándolo y seguirá haciéndolo bastantes más. No será el caso de Art Tatum, ya lo hemos dicho; el alcohol acabará con su vida el 5 de noviembre de 1956, cuarenta y siete años suficientes para alzarse como uno de los mayores virtuosos que el jazz haya conocido.
Me amigo Gonzalo, poderia aualizar o meu link na sua lista de blog, pois ele esta como http e já foi atualizado para Https. obrigado
ResponderEliminarCreo que ya está bien, Joaquim.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tengo que profundizar en la obra de este pianista. Parece que no hubiera otros más que Powell, Monk o Kellington. Me ocurre lo mismo con Evans, al igual que Tatum, cosas sueltas por aquí y allá, colaboraciones, pero ninguna obra suya sustancial.
ResponderEliminarAbrazos,
Pues los dos discos de los que hablado de Tatum pueden servirte muy bien, Javier. Hablamos de un músico genial que Norman Granz se encargó de inmortalizar al final de su vida.
ResponderEliminarUn abrazo.