jueves, 26 de septiembre de 2024

Robert Browning Overture

La historia de Charles Ives es la historia de muchos artistas, la de no tener demasiado reconocimiento mientras vivían y ganarlo post mortem. Aunque es verdad que tampoco era un músico radicalmente ignorado, el hech0 de que dejara de componer bastantes años antes de morir no puso las cosas fáciles. La Robert Browning Overture que hoy traemos es una pieza colosal de un solo movimiento que iba a ser la primera de las obras de la serie Hombres de literatura, serie amputada aquí al no tener continuación. Escrita entre 1908 y 1912, a raíz de un poema de Browning que le regala su mujer, la obertura es pura vanguardia en su contexto inicial, aunque en un territorio, el estadounidense, todavía y en principio, ajeno a ella, ya que es en Europa donde se está desarrollando de forma radical. Es, pues, realmente audaz la propuesta de Ives, sin apoyo moral de Shönbergs o similares, quienes a pesar de tampoco ser admirados por las masas sí contaban con un círculo de ideas claras y maneras rompedoras que trabajaba en la misma dirección. Con lentitud y misterio, la obra va ganando en densidad hasta que introduce un garabato disonante que, con el añadido de la percusión y la multiplicación de los vientos en número y potencia, revoluciona la música. Tras llegar a su máxima intensidad, las cuerdas vuelven a dominar el tempo y la textura, adagio impresionista de hermosas maneras tardodecimonónicas que —ya en el tercio final— es de nuevo sometido y subsumido por las disonancias hechas de vientos y percusión que, cual marcha militar de inclinación atonal, conducen la Robert Browning Overture a su enardecedor final. Veinticinco minutos, en la versión grabada en 2000 por la Orquesta Sinfónica de Nashville que yo he comentado, absolutamente extraordinarios, regalo de un compositor que a principios del siglo XX tenía la mente en el futuro.


 

1 comentario:

  1. Quizás nadie se explique como el gerente de una empresa de seguros en EStados Unidos, fuera un músico silencioso que abordara la composición de música clásica, pero así era. Ives esperaba con ansiedad la noche, par dejar la compañía de seguros, y llegar a su casa a componer. EScuché, una parte de una pieza tan urbana y festiva que me sentí en medio de globos y metales. Un abrazo. Carlos

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