Por quienes mueren
en Siria,
en Palestina
o en Ceuta y Melilla.
Lloro.
Por el trabajador explotado
y por el que, siéndolo,
no lo sabe
o prefiere no saberlo.
Lloro.
Por el niño que muere de hambre,
por el adulto que no le puede alimentar,
por los grandes desiertos
de vergüenza capitalista.
Lloro.
Por los sindicalistas colombianos,
por quienes no tienen futuro,
por las víctimas olvidadas
de guerras hace mucho perdidas.
Lloro.
Por las fronteras injustas,
por los presos políticos,
por las balas asesinas,
por las mujeres mutiladas.
Lloro.
Al comprobar que mis lágrimas
sirven para poco o nada,
solo para escribir un poema
que busque sanar mi conciencia.
Lloro…
Brutal brother.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias, Savoy.
ResponderEliminarAbrazos.
No llores tanto, jodeeeeer!!, y tómate un cubata hostia.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Una cosa no quita la contraria, Javier, pero me lo tomaré el sábado a tu salud, ja ja ja ja.
ResponderEliminarAbrazos.
Hay abundantes motivos para llorar. Creo que un poema tuyo te sirve para lanzar lastre. Abrazos.
ResponderEliminarVivimos en una sociedad en la que solo importa el odio, la envidia o avaricia, que lastima con lo feliz que se es viviendo la vida de uno mismo y dejando el odio a un lado. Bonitas palabras.
ResponderEliminarSí, no pararíamos, Johnny.
ResponderEliminarEl odio es un cáncer que alimenta la violencia, el motor del horror que nos rodea.
Abrazos.
A tu salud Gonzalo, eres uno más de la minoría que algún dia sera mayoría, de eso estoy seguro pues todo cambia todo cambia....
ResponderEliminarA tu salud Gonzalo, eres uno más de la minoría que algún dia sera mayoría, de eso estoy seguro pues todo cambia todo cambia....
ResponderEliminarAsí lo espero, Claudio. Mientras tanto, excusémonos lo menos posible, amigo.
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