Solo por habernos dejado un disco como Back To Black (2006) merecieron la pena los breves veintisiete años de existencia de Amy Winehouse. Segundo y último álbum de la inglesa, sus once canciones demuestran que el nuevo soul del siglo XXI tenía en ella a una de sus más sensibles y destacadas representantes. La calidad de las composiciones, el soberbio acabado de los arreglos, la producción exquisitamente profesional y la voz de Winehouse, cuya entereza interpretativa planta cara a la persona frágil y adicta, forjan un trabajo maravilloso que aspira al éxito comercial absoluto sin rebajar un milímetro la exigencia.
Ese bombazo que es Rehab ("Intentaron hacerme ir a rehabilitación / Pero dije: No, no no") sirve de acicate y advertencia para lo que va a venir: si empiezas tan arriba cualquier desliz es pecado. Siguiendo una doctrina sixtie hecha de soul de Motown (más) y de Stax (menos), pop de los girl groups y R&B (revelándose radicalmente en Tears Dry On Their Own, que homenajea al inmortal Ain't No Mountain High Enough), Winehouse consigue revivir la magia de sus ídolos sin sonar rancia mientras hace una radiografía sentimental muy suya y muy de su tiempo. No hay tema menor en este trayecto de vuelta a la música negra, pero sí me gustaría destacar, además del nombrado Rehab, los tres singles consecutivos que a mitad de camino —quinto, sexto y séptimo corte respectivamente— iluminan Back To Black: el homónimo que le da título, Love Is A Losing Game (ambos orquestados) y el mencionado Tears Dry On Their Own. Parte de un conjunto impecable de treinta y cinco minutos que no necesita un solo segundo adicional para probar su maestría. Una pena que te fueras, Amy.
Me hiciste recordar que la incluya en mi playlist de spotify. No es poco eh, saludos!
ResponderEliminarMuy bien, JLO, con eso me conformo.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hace mucho vi un extenso documental sobre Amy, magnífico. Una de sus últimas grabaciones las hizo con Tony Bennett. A raíz de ello me puse este "Back to Black", versión doble CD. Aun reconociendo que nunca fui demasiado fan de Amy, este su último trabajo quedará como un muy destacado epílogo en su corta carrera musical.
ResponderEliminarPor cierto, en el documental queda patente la impresentable cohorte que arrastraba la diva inglesa, sobre todo un padre al que lo único que le importaba era ordeñar más y más a la vaca.
Abrazos,
Es un trabajo de esos indiscutibles, Javier. El otro día comentábamos en Facebook la gentuza que rodeaba a Amy Winehouse, qué asco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, una pena... indudablemente, la chica tenia talento.
ResponderEliminarEn principio culpó a su marido de ser su principal mala influencia, pero una vez divorciada siguió transitando el lado oscuro, enganchadísima a las drogas y el alcohol.
Tremendas peleas libró con algunos de sus camellos mientras trataba de alejarlos de su hija... en fin, otra de esas prometedoras artistas que nos dejó demasiado pronto, legando una breve pero intensa carrera musical, al igual que el añorado Jeff Buckley.
Un abrazo, Gonzalo!
Así es, Jep, aunque todo iba en el mismo pack, talento, sensibilidad, adicción y oscuridad. Jeff Buckley fue otro, cierto, siempre tendremos sus grabaciones para recordarles.
ResponderEliminarUn abrazo.
En su día no hice caso a este disco, la verdad es que a pesar de que salía en todos sitios yo por aquél entones estaba en otro rollo. No fue hasta varios años después que me hice con el disco y lo valoré en lo que vale, cosas que pasan.
ResponderEliminarComo siempre muy atinada tu reseña.
Abrazos.
Nos pasa a todos, Jorge, la sobre exposición no ayuda. Gracias por lo de la reseña.
ResponderEliminarUn abrazo.