Los títulos de crédito que abren ¡Suspense! (nefasto título castellano de The Innocents, 1961) nos indican que estamos ante una película muy especial y nos preparan para el dolor y las tinieblas en que nos vamos a sumergir. La adaptación de la magnífica novela de Henry James Otra vuelta de tuerca (también objeto de una traducción obscena en su momento —Los fantasmas del castillo— y llevada a la pantalla en varias ocasiones) a través de la versión teatral de William Archibald es una de las mejores muestras de cine de terror de la historia, soberbiamente dirigida (y producida) por Jack Clayton sobre la base de un guion escrito por el propio Archibald y Truman Capote.
Gracias a un manejo prodigioso del cinemascope de Clayton y una fotografía extraordinaria en blanco y negro de Freddie Francis, completados por la interpretación de Deborah Kerr y la música de George Auric, la Inglaterra rural y decimonónica de las clases pudientes se convierte en una prisión del espanto y la ambigüedad, manteniéndose constantemente la duda de si la institutriz que encarna Kerr ha perdido la cordura o los niños a los que cuida están poseídos por el jardinero y la institutriz que le antecedió, fallecidos los dos.
La planificación de Clayton, tanto en el uso de la profundidad de campo y los movimientos de cámara como en el encuadre y el reencuadre, genera la mayor de las tensiones posibles en cada una de las escenas, al mismo tiempo que el guion maneja el crescendo con la exactitud necesaria para que la angustia torne en horror gradual pero impenitentemente. El tremendo final cierra el relato en coherencia con lo sucedido, dejando al espectador un malestar moral inversamente proporcional al bienestar que el espectáculo fílmico le ha deparado.
No solo obra referencial dentro de su género, The Innocents será aclamada por críticos y directores, entre ellos el español Alejandro Amenábar, quien no dudará en aprender de ella antes de rodar Los Otros (2001), notable largometraje que en mi opinión es el mejor de los suyos. Muy lejos, eso sí, del ambiente malsano y perturbador logrado por Jack Clayton y su equipo de colaboradores durante cien minutos que nos remiten —sus lecturas son tantas como espectadores y los asuntos que trata escapan a este texto— al lado más siniestro del ser humano.
Parece interesante, no sabía de su existencia pero es algo lógico porque el terror no es un género que visite mucho. Igual ayer vi Birdman (la de Keaton) así que te imaginarás lo atrasado que voy jaja.... saludos!
ResponderEliminarEs una película soberbia, JLO, te va a dejar helado. Pues la de "Birdman" no la he visto, y eso que que lo que he visto de Iñarritu ("Babel" y "El renacido") me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Hola,
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Ya me he hecho seguidor de tu blog, un saludo.
ResponderEliminarSin duda la mejor adaptación de la inquietante novela de James. Además Deborah Kerr es una especie de diva para el que suscribe que siempre se ha sentido muy atraído por ella. Como dices y no había advertido, hay apuntes claros en la película de Amenábar que bien pueden proceder de los visionados por parte de éste de esta cinta.
ResponderEliminarAbrazos.
La mejor, Jorge, y tan enorme como la novela. También a mí me encanta Deborah Kerr. Lo de Amenábar está claro, sí.
ResponderEliminarUn abrazo.