lunes, 26 de diciembre de 2022

Attica Blues

Que el Archie Shepp de Attica Blues quede más cerca de Marvin Gaye y Curtis Mayfield que de Four For Trane o Mama Too Tight podrá sorprender a quien crea que solo de explosivo jazz de vanguardia se alimentaba su autor. Pero, claro, esto no era así: escuchen temas previos como Stick 'Em Up, Abstract (ambos de For Losers), Back Back o Spoo Pee Doo (estos dos en Kwanza) y verán que ya a finales de los sesenta Shepp anda mirando a otros sitios.

El levantamiento de los presos de la cárcel de Attica y la posterior masacre llevada a cabo por la Guardia Nacional —uno de los motines más importantes y sangrientos de la historia en Estados Unidos— da pie a una obra de reivindicación y recuerdo en la que participan más de treinta músicos reunidos en Nueva York a finales de enero de 1972, es decir, solo unos meses después de los acontecimientos. El primer tema, el que da título al álbum, es un espectacular grito de denuncia en el que vientos, cuerdas, bajos (sí, hay dos), guitarra, piano eléctrico, batería, percusiones y coros apoyan al inquebrantable canto de Henry Hull. Al igual que la de Attica Blues, la letra del brevísimo interludio Invocation: Attica Blues narrado por William Kunstler es del baterista Beaver Harris. En Steam (Part 1 y Part 2) Archie Shepp se pasa al saxo soprano acompañado de flauta, violín, chelo, percusión, piano eléctrico, guitarra, contrabajo, bajo, batería y la voz de Joe Lee Wilson, un total de diez minutos largos que se mueven entre la improvisación del jazz y el nuevo soul progresivo de obras maestras como What's Going On o Curtis. Pero no se queda ahí la cosa, pues entre ambas partes del tema se ha integrado un Invocation To Mr. Parker que, además de invocar al genial Bird, cambia tajantemente el discurso al quedarse solos el contrabajista (nada más y nada menos que Jimmy Garrison) y el flautista (el no menos grande Marion Brown) en compañía de Bartholomew Gray, quien recita su propia narración en una pieza en la que un Shepp sin complejos no participa. Blues For Brother George Jackson opta por el hard bop orquestal a la hora de acordarse de otro preso negro muerto en 1971 y dejar que el saxo tenor de Shepp se luzca. Invocation: Ballad For A Child se rige exactamente por los mismos parámetros que Invocation: Attica Blues, justo antes de que Henry Hull vuelva a cantar y a emocionarnos con Ballad For A Child, balada canónica y perfecta que en su último minuto muestra un mínimo arrebato del saxo tenor de Archie Shepp. 

Vientos, cuerdas, piano, contrabajo y batería acompañan a Shepp al soprano en Good Bye Sweet Pops, instrumentos a los que en Quiet Dawn se suman varias percusiones y un soprano que pasa a ser tenor. Merecen los dos cortes que cierran el elepé párrafo aparte por estar compuestos por Cal Massey, que en el segundo toca el fiscorno, introducir a una nueva cantante en la ecuación (por si faltaba alguien), Waheeda Massey, y contar con las baquetas del inconmensurable Billy Higgins en lugar de las de Beaver Harris. Fantásticas aportaciones que acaban por redondear una obra maestra que une creatividad con compromiso político, algo habitual a la sazón y que desde hace unas décadas parece anatema para los hijos del neoliberalismo y del arte ajeno a su entorno. Attica Blues es todo lo contrario.


 

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