Las palabras de John Seabrock tienen el peligro de los apotegmas o aforismos (más si son arrancados de un texto sin haber sido escritos o concebidos como tales), pero las considero un epítome válido para la música del grupo alemán: "Kraftwerk llevó los métodos de Stockhausen al territorio del pop, añadiendo disfraces y efectos escénicos novedosos". Es música electrónica, es música de vanguardia, es música pop. Y es música europea que, en la tradición del krautrock, discute y enfrenta los modelos anglosajones sin negar su existencia ni su influencia.
Todo esto es Trans Europe Express (1977), tercer plástico del segundo periodo de Kraftwerk, el que inaugura Autobahn, y la obra más ajena al punk rock del año en que es publicada. Los sintetizadores, la percusión electrónica y las voces procesadas —las señas instrumentales y sonoras de la banda— para poner en pie unas canciones de ritmos robóticos se adentran aquí en terrenos de mayor poder melódico, tal y como Europe Endless establece en los nueve minutos y medio que abren el trabajo. Con una letra cargada de filosofía, The Hall Of Mirrors avanza a los Joy Division de Closer a la vez que traslada a su ethos acústico la música barroca, construyendo un adagio futurista salpicado de matices y garabatos que vienen y van y que exponen la originalidad de los hallazgos del artista puro e intransigente en su búsqueda. Los maniquíes que rompen el cristal del escaparate y acaban bailando en un club son en Showroom Dummies padres de todo lo que conoceremos por techno y similares en la década de 1980, algo creado y extendido por los autores de The Man-Machine. El maquinismo del tema que da nombre a Trans Europe Express (el tren que recorre Europa, la preponderancia de la percusión que lo recrea e imagina, el verso que cita a Iggy Pop, David Bowie y su Station To Station) supone la última canción como tal, con letra, del elepé.
Metal On Metal es un extensión rítmica de su antecesora, miniatura minimalista a la que asimismo se yuxtapone Abzug, variación o continuación de Trans Europe Express (de hecho, las tres palabras vuelven a ser cantadas). Recordar a Franz Shubert al final de un álbum como éste del que estamos hablando es un hecho emocionante pero también lógico. Contraponiendo el nombre del compositor de Viaje de invierno con el del creador de Ziggy Stardust y el del cantante de los Stooges podemos ir a la esencia del disco mientras disfrutamos de una pieza en la que solo hay sintetizadores y teclados —no cabe la percusión o la voz— para dibujar sonora y melancólicamente —un retrato hecho con notas— la tristeza y la belleza insertadas indisociablemente en la música del genio austriaco. Un Endless Endless de menos de un minuto que se enlaza a Franz Shubert repitiendo la palabra duplicada de su título cierra definitivamente el recorrido del tren conducido por Kraftwerk, un episodio artístico extraordinario que, siendo progenitor de tantas cosas y heredero de tantas otras, clama su singularidad a los cuatro vientos.
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