jueves, 11 de septiembre de 2014
Go y A Swingin' Affair
Por mucho que nos empeñemos en parcelar la música, por muy recta y cabal que sea nuestra intención y —atención— por mucho que nuestra sanción sea inapelable atendiendo a los cánones que rigen la materia, la determinación y el poder de ciertos artistas en algunas ocasiones hacen vano nuestro esfuerzo informativo y, espero, formativo, ya se realice éste con la mejor de las intenciones o con ínfulas de pasar por erudito.
El Dexter Gordon que a finales de agosto de 1962 graba Go y A Swingin' Affair en el mítico estudio de Rudy Van Gelder es —ya lo han comprendido— uno de esos artistas. Volando tan alto como los genios con los que había coincidido en su juventud (Louis Armstrong y Charlie Parker), Gordon y sus acompañantes pintan un paisaje de hard bop (con los matices que haga falta) que nada debe a la estructura de dicho subgénero para lograr la maestría, sino al fraseo particular de cada uno de los instrumentos y su acción conjunta. O por decirlo con otras palabras: el hard bop (o el jazz) no es aquí sino una herramienta escrupulosamente respetada como tal para expresarse con total libertad aun sin salirse de los cauces que aquélla establece. Cierto: la escucha de Cheese Cake, el corte que abre Go, invalida las posibles paradojas de lo establecido y nos devuelve al primer párrafo y a los sustantivos "determinación" y "poder". El saxo tenor de Gordon pasea su autoridad apoyado por el piano de Sonny Clark y una base rítmica tan inspirada como la que forman Buth Warren (contrabajo) y Billy Higgins (batería). Pero esa autoridad se queda corta cuando derrama su sonido —tierno y dominante cual hombre enamorado de una mujer de bandera— en la escalofriante lectura de I Guess I'll Hang Out My Tears Out To Dry, demostrando que si de baladas hablamos a Gordon nadie le tose. En Second Balcony Jump cobran mayor protagonismo las excelsas teclas de Sonny Clark y Gordon continúa inmenso, aunque para mí sea un placer inigualable escuchar a Billy Higgins —henchido de groove y técnica— tocar sobresalientemente la batería. Las cosas siguen tan emocionantes y tan exquisitas en Love For Sale, acumulando belleza y argumentos sobre el original de Cole Porter. Where Are You? devuelve a Dexter Gordon a su particular grial del sentimiento a flor de piel, derritiendo su saxofón y al oyente indefenso ante esas notas embelesadoras. La sexta y última muestra de un talento inapelable nos la da Three O'Clock In The Morning, que cierra un elepé perfecto y abrumador acerca del cual uno diserta compungido, a sabiendas de que jamás sus palabras harán ni remota justicia.
Registrado dos días después de Go, A Swingin' Affair afirma las mismas idiosincrasias que aquél —no hay tiempo para revoluciones en cuarenta y ocho horas—, si bien su lustre es algo inferior. Nada significa esta afirmación, es mero cotejo obligado que se establece con uno de los discos más inspirados de la historia del jazz. La argumentación que encabeza este texto se mantiene incólume gracias a las bondades de los también seis temas que componen este excelente romance con el swing. Rumba y bossa nova marcan el ritmo de Soy Califa para arrancar, una pieza deliciosa en la que Dexter Gordon se divierte de lo lindo. Don't Explain sirve para que el autor de Our Man In Paris nos explique susurrante lo que el lenguaje no puede: la maravilla del amor siempre tan cercana a la congoja y a la destrucción. En You Stepped Out Of A Dream hay sitio para el lucimiento de Butch Warren y Sonny Clark, siendo sus solos realmente magníficos y elegantes. The Backbone es un composición de Warren convertida en espectáculo por el cuarteto de Gordon. Until The Real Thing Comes Along extiende las vibraciones de Don't Explain, romanticismo radicalmente hermoso y penetrante —extraído de las entrañas del saxofonista— que moldea nuestra sensibilidad a fuego lento. McSplivens es un colofón que mantiene la tensión en lo más alto, justa despedida de dos álbumes fraguados en el verano de 1962, pero también de un país —Estados Unidos— que Dexter Gordon iba a abandonar en breve para venirse a vivir a Europa durante casi quince años.
Algunos crean sus propias reglas; otros cumplen con las establecidas. Go y A Swingin' Affair nos hablan de una tercera categoría: la de los que las trasgreden al utilizarlas en la superficie pero subvertirlas en el fondo, haciendo de dichas reglas vehículo para la expresión más personal y contraria a lo que parece mantenerla. El caso de cuatro músicos encerrados en un estudio de Nueva Jersey hace medio siglo y comandados por un intérprete que nunca morirá mientras otro ser humano deje que sus labios y su boquilla le estremezcan contemplando una puesta de sol, caminado por las calles de su ciudad o recordando unos ojos verdes que una vez hicieron que el resto del mundo no tuviera importancia.
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Fantástico saxofonista, Gordon. Este álbum no lo escuhé, pero últimamente vengo saboreando su trabajo con Herbie Hancock en Takin' Off, sobre el que pronto publicaré unas líneas.
ResponderEliminarAbrazo.
Ilustrándome ando. Como siempre me ha gustado el saxofón espero escucharlo algún día siguiendo tus indicaciones. Abrazo.
ResponderEliminarComo homenaje al viejo Gordon y a tus bellos pasajes (ese "grial de sentimiento a flor de piel..."), me voy a poner dentro de poco (ahora salgo para asistir a la primera jornada del Psych Out Fest en la sala Siroco) el "Our Man In Paris"
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Si te gustan Gordon y "Takin' Off", tírate por los dos discos que comento, pues están grabados poco tiempo después, la base rítmica es la misma y Gordon toca mejor que nunca. Leeremos tus palabras sobre el gran elepé de Herbie Hancock, Aurelio.
ResponderEliminarEstos discos en tu coche recorriendo carreteras valencianas pueden hacerte tocar el cielo, Johnny.
Otra joya "Our Man In Paris", Javier, que conozco hace relativamente poco. El Agente Cooper habló sobre ella estupendamente en su blog, por cierto.
Abrazos, amigos.
Me uno al club de los que aman "Our Man In Paris", una maravilla, y desconozco este que reseñas. Mi admiración total a un prodigio del que quedé enganchado desde que vi la mejor película sobre música que existe: "Alrededor de la Medianoche" de Bertrand Tavernier. Saludos
ResponderEliminarAntonio, "Go" me parece ligeramente superior a "Our Man", no te digo más. "A Swingin' Affair" está al mismo nivel. Mucha gente adora a Gordon por la peli de Tavernier, lógico. Yo prefiero "Bird", la de Clint Eastwood, pero entiendo tu amor por "Alrededor".
ResponderEliminarUn abrazo