Si las comparaciones son odiosas, en el caso de Led Zeppelin, además, son osadas y peligrosas. Ni una sola de las bandas que ha crecido sobre su influjo (y las hay a patadas) puede igualar un currículum discográfico como el que dejó el cuarteto inglés y una destreza en el escenario que es casi sobrehumana. Led Zeppelin abrió caminos e iluminó líneas de trabajo, pero la originalidad de su propuesta (aun chupando sin pudor de determinadas fuentes), la variedad de su obra, su formalización definitiva y su prurito de grabar y publicar lo estrictamente necesario hizo del grupo cota inaccesible para epígonos de todo tipo.
Physical Graffiti (1975) es su sexto, doble y pantagruélico elepé, último plástico imprescindible de los cuatro magníficos —Page, Plant, Jones, Bonham—, que se vacían creativamente para ofrecer un caleidoscopio de hermosura eterna que deja muy claro que las etiquetas o categorizaciones son incapaces de atrapar o describir la ambición enorme de los autores de Houses Of The Holy. Es precisamente la senda de este trabajo la que se sigue aquí y, de hecho, la canción que le iba a dar título —hard funk de alta alcurnia que suena a híbrido de Dancing Days y The Ocean pero que fue descartado— se incluye en el primero de los plásticos antes de que otro tema lleno de funk, el espectacular Trampled Underfoot, se yuxtaponga. Ha empezado el álbum ardiendo con Custard Pie, de fulminantes guitarras rítmica y solista de Jimmy Page y con el teclado de John Paul Jones sonando desde el principio. También iba a aparecer en Houses Of The Holy la espléndida y emocionante The Rover, que antecede a los monumentales once minutos de blues pesado y progresivo de In My Time Of Dying. Mastodóntica, descomunal, la pieza muestra al Zeppelin más extremo, el que no pierde inmediatez o potencia (impresionante al respecto la batería de John Bonham) a pesar de la duración de un corte en el que Robert Plant nos habla de a quien ha llegado el "momento de morir". Es entonces cuando llegan las dos canciones anteriormente descritas (Houses Of The Holy y Trampled Underfoot), tras las cuales —exótica, majestuosa e hipnótica— entra Kashmir. Y entra la polémica. Su duración, su cadencia, su melodía, su orquestación y su sonido hacen de ella, para unos, sinfonismo petulante que nada tiene que ver con el rock and roll y sus (supuestas) intenciones o, para otros (entre los que me incluyo), magnífica suite cantada cuyo riff ha sido más de una y dos veces calcado.
Extraordinaria reseña sobre el (como dices) último disco imprescindible y maestro de los Zepp. Nunca entenderé a quienes sean críticos con "Kashmir"...
ResponderEliminarFelicidades por tan magno texto.
Abrazos.
Me mola eso de pantagruelico, jeje. Qué bandaza los Zep. Tú si que sabes, grandmaster.
ResponderEliminar¿Qué obra maestra no han capitaneado los del dirigible?
ResponderEliminarEnormes siempre.
Un abrazo.
Muchas gracias, Addi. Pues hay gente crítica con "Kashmir" y con todo el disco en general. Recuerdo por ejemplo al cantante de los Cynics, Michael Kastelic, burlarse de "Physical" en un concierto al preguntar con sorna al público si quería que tocasen entero el doble álbum.
ResponderEliminarEs realmente pantagruélico, querido Juanjo.
Yo diría que sus dos últimos elepés, "Presence" e "In Through The Out Door", no llegan a esa categoría de obra maestra, Sergio. Un grupo enorme, por supuesto.
Abrazos.
Gonzalo, es curioso, yo siempre desde que tengo uso de razón musical fui de los 4 primeros, esos cuatro imprescindibles, pero cuando vas madurando, te vas dando cuenta de que la verdadera joya de la corona es este doble descomunal de 1975. Cada vez que me lo pongo tengo palpitaciones, y no sabría decirte cual es mi tema favorito porque van rotando, pero entre The Rover, Kashmir o Night Flight por ejemplo, ya les gustaría a muchos grupos haber hecho esos temas.
ResponderEliminarAbrazos.
Totalmente de acuerdo en tu apreciación sobre la discografía de estos bichos.
EliminarYo creo que los seis primeros, cada cual a su manera, son soberbios: variados, originales, misteriosos incluso. Una banda irrepetible.
ResponderEliminarAbrazos.
Discazo doble. Estaban en su mejor momento: maduros, afianzados, y sin perder la esencia.
ResponderEliminarCada tanto vuelvo a Physical Graffiti y me levanta el ánimo. Siempre hizo eso Zeppelin conmigo
Abrazo!
Totalmente, Frodo. Fue la culminación de un camino, seis años inigualables que completaban con un doble plástico para dar un último y potentísimo golpe de autoridad.
ResponderEliminarAbrazos.
De sus Lps anteriores es este el que menos tengo escuchado, de hecho lo compré en una edición especial que se publicó hace un par de años o tres. Tenía oídos, eso si, algunos de sus temas principales, pero poco más. El "Kashmir" siempre me pareció un poco fuera de su habitat natural, aunque eso no signifique que sea un gran tema. Por lo dicho queda patente que me han calado mucho más sus anteriores trabajos y que, me pongo deberes, a este "Physical Graffiti" le tengo que dar unas cuantas audiencias más.
ResponderEliminarAbrazos,
Pues mira, Javier, mi favorito siempre ha sido su debut, pero los seis primeros los veo parte de un todo, de una evolución del máximo interés y los mejores resultados. Cierto que "Houses" y "Physical" supusieron un giro grande, aunque el grupo mantuvo su esencia. Que disfrutes de esas nuevas escuchas, maestro.
ResponderEliminarAbrazos.