Desde los primeros planos que recogen imágenes de un John Wayne más joven en películas antiguas podemos intuir que El último pistolero (Don Siegel, 1976), último largometraje protagonizado por el mítico actor estadounidense, va a funcionar en dos niveles: el de ficción, o el de la historia que se nos va a contar, y el metacinematográfico, o el del homenaje y la despedida a un tótem indiscutible del séptimo arte. El carácter radical e inequívocamente crepuscular que Siegel confiere al trabajo y la presencia de Lauren Bacall y James Stewart potencian dicha dualidad, de la que resulta difícil evadirse.
Situada en 1901, o el arranque del siglo XX, en el pueblo natal J.B. Books (al que regresa a punto de morir de cáncer el pistolero que encarna Wayne), cuando el viejo oeste empieza a menguar y a ser sustituido por un nueva sociedad en la que hay agua corriente, electricidad, tranvías (todavía tirados por caballo, eso sí) e incluso incipientes automóviles, como el que mira significativamente —un mundo que se va, otro que llega— Books al final del film, la película avanza sobria y sin premura hacia un desenlace que se presume fatal. Si asistimos a un universo romántico, cruel y salvaje que se deshace para ser sustituido por otro en que la ley, el orden y la vulgaridad se impongan, también lo hacemos a una forma de hacer cine que se volatiliza, pues detrás de Wayne es imposible no ver a John Ford, a Howard Hawks y a una industria tremendamente idiosincrásica que ha dejado de existir. Sin embargo, dentro del tono dramático hecho de pequeños detalles y rostros cansados se cuela un sentido del humor siempre necesario para compensar la tristeza implícita y explícita, algo habitual en el autor de Harry el sucio (1971).
Las muertes física (en la pantalla) y artística (en la realidad y que cobra su sentido absoluto el 11 de junio de 1979, fecha de su deceso) de John Wayne van de la mano, no se pueden separar. El peso de su trayectoria, su impronta extraordinaria se funden con el relato de Don Siegel, modesto pero bien trabado y emocionante, mientras el vocablo adiós se pronuncia silente en nuestra cabeza. Fueras o no un nazi, como cantaba M.D.C., aquí y ahora te recordamos en tu caballo o con tu pistola en Centauros del desierto (Ford, 1956), Río Bravo (Hawks, 1959) y, por supuesto, en El último pistolero.
la despedida de un mito del cine es una muy entretenida pelicula echa por un estupendo director como siegel , no es redondo el film pero a quien le importa siendo muy entretenida , a parte del duque todos estan estupendos como no podia ser de otra forma , jimmy stewart , lauren bacal
ResponderEliminaruna bonita despedida de uno de los grandes de todos los tiempos
feliz año
Estamos de acuerdo, Santi, sin ser perfecta, la película se disfruta. Tu última frase la define muy bien.
ResponderEliminarFeliz año para ti igual.