lunes, 22 de enero de 2024

London Calling

La energía arrolladora de la inicial London Calling habla claramente de un cambio. No se ha ido la rabia ni la inmediatez punk, pero el ska se colado en la ecuación. Es solo el comienzo de un doble álbum de 1979 convertido en mito y leyenda. En efecto. Con su tercer trabajo los Clash arrastran a las hordas punk rockers a otros caminos sin abandonar su gusto por la canción corta y popular, la crónica social y el alegato político.

La versión del clásico rockabilly de Vince Taylor y sus Playboys Brand New Cadillac suena a bomba high energy en manos de Joe Strummer y compañía. Jimmy Jazz , Hateful y Rudy Can't Fail juegan con el reggae, el ska y el dub abiertamente, incluyen vientos y amplían una paleta estilística que los dos primeros elepés habían restringido —lógicamente— a los sonidos llegados de Nueva York y Detroit y regurgitados con acento británico y conciencia de clase. Spanish Bombs nos habla vestida de pop y con palabras injertadas en un castellano muy mejorable de la guerra civil española, recuerdos de la lucha antifascista establecida en nuestro país como prólogo de la contienda universal y mención específica a Federico García Lorca. The Right Profile trae más ska ardiente para que Lost In The Supermaket retome el pop e incluso la música disco en una canción anticonsumista llena de  melancolía. Los Clash, no hay duda, han cambiado pero siguen siendo un grupo espléndido. La potencia rock de Clampdwon no nos puede llevar a engaño por mucho que gocemos de ella. The Guns Of Brixton da por finiquitado el primero de los plásticos volviendo al reggae y estableciendo una excepción, pues no son Strummer o Mick Jones quien componen o cantan sino Paul Simonon, el bajista al que vemos en la icónica portada a punto de destrozar (¿la ruptura que significa London Calling?) su instrumento.

El segundo vinilo lo abría la lectura del delicioso Wrong 'Em Boyo de los Rulers, que el cuarteto inglés convierte en un fiesta ska. Death Or Glory es un himno rocanrolero de colores punk y new wave que sirve para criticar a los ya por entonces viejos roqueros (imaginen hoy), crítica que se vuelve anticapitalista nada más leer el título de la breve y punk, aquí sí, Koka Kola. The Card Cheat es una canción épica que sitúa a la banda cerca de Bruce Springsteen y continúa ensanchando los matices y la riqueza del álbum. Lover's Rock tiene elementos reggae, elementos new vave y hasta elementos funk en su segunda mitad, mientras que Four Horsemen es un tema rock sin demasiados ambages. También el rock and roll está en la pegadiza I'm Not Down, que no en la adaptación del Revolution Rock de Danny Ray, cinco minutos y medio de reggae que aparentemente completaban el doble disco si se miraba la contraportada en el momento de su lanzamiento. No era así, claro. Añadida a última hora, Train In Vain y su pop feliz (en lo musical) y tajantemente comercial ponía el punto final a London Calling, soplo de aire fresco cuya gloriosa cartografía hemos tratado de glosar lo más acertadamente posible.

7 comentarios:

  1. No sé por qué The Clash se apagó,Me parecían un grupo desde su punk, muy propio, con una idea de su sonidos y notas. Un abrazo. Carlos

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  2. Bueno, surgieron los conflictos, por ahí andaban las drogas… Es una vieja historia ligada a los grupos de rock and roll, Carlos.

    Un abrazo.

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  3. Siempre que hablo de este colosal álbum no dejo de recordar (y reivindicar también) a su productor Guy Stevens. Un fenómeno que se educó en la primera escena psicodélica londinense y que, incluso, tuvo mucho que ver con las modas de Granny Takes A Trip y los posters y la imagen del colectivo Hapshsahs en aquel fascinante Swinging London de la segunda mitad de los 60. El papel de Guy también como dj, influenciado por todos los estilos de la música americana, le sirvió para ser considerado como un gran "influencer", diríamos hoy.
    Sin duda alguna, un álbum fundamental en cualquier colección que se precie. De una amplitud sin precedentes para la época. A fecha de hoy sigue sonando genial.
    Abrazos,

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  4. Gracias por ampliar y enriquecer mi texto con tu comentario, Javier. Stevens es también clave en la creación de nuestros queridos Mott The Hoople. Y en cuanto a "London Calling", pecado quien no lo tenga, sí.

    Un abrazo.

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  5. Uno de los escasos doble que aguanto, por algo será. Abrazos, Grandmaster.

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  6. Un disco que considero esencial en mi formación musical aunque lo conocí antes en las voces fuertemente influenciadas por el mismo de Hertzainak o Potato. Es cierto que en aquellos finales de los ochenta ya se hablaba de viejos rockeros (también Miguel Ríos) y alguno por ahí anda.
    Hoy has traído un trozo de historia y la has contado con la destreza y puntería habitual.
    Un abrazo.

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  7. Algo tiene que tener, Juanjo, je je je.

    A mí me lo dejó un compañero de clase junto con el "Back In Black" de AC/DC, que los tenía su hermano; ¡vaya dos descubrimientos con diecisiete años! Gracias por la última frase, Jorge.

    Abrazos.

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